A Fin de Conocerle

282/366

El precio de la perfección, 8 de octubre

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Hebreos 2:10. AFC64 289.1

Cristo nos invita a todos a llevar una vida de paz y tranquilidad, una vida de libertad y amor, y a recibir una preciosa herencia en la vida inmortal futura. ... No necesitamos alarmarnos, si esta senda de libertad pasa por conflictos y sufrimientos. La libertad de la que disfrutaremos será más valiosa porque hemos realizado sacrificios para obtenerla. La paz que sobrepasa el conocimiento nos costará verdaderas batallas contra los poderes de las tinieblas, severas luchas contra el egoísmo y los pecados íntimos. AFC64 289.2

No podemos apreciar a nuestro Redentor en el sentido más elevado hasta que podemos verlo con el ojo de la fe descendiendo hasta las profundidades de la miseria humana, tomando sobre él la naturaleza del hombre, la capacidad de sufrir, y en el sufrimiento ejerciendo su poder divino para salvar a los pecadores y elevarlos hasta colocarlos en comunión con él. ¿Por qué tenemos tan poco conocimiento del pecado? ¿Por qué tenemos tan poca contrición? Porque no nos acercamos más a la cruz de Cristo. La conciencia se endurece por acción del engaño del pecado, porque permanecemos lejos de Cristo. Pensemos en el Capitán de nuestra salvación. Sufrió vergüenza por nosotros, para que no experimentáramos vergüenza y desprecio eternos. Sufrió en la cruz, para que los hombres caídos reciban misericordia. La justicia de Dios es preservada y el hombre es perdonado. Jesús muere para que el pecador viva. El Hijo del Altísimo sufrió vergüenza por amor a los pobres pecadores, para rescatarlos y coronarlos con gloria eterna. AFC64 289.3

Debemos ocultar nuestro yo en Cristo, y dejar que él aparezca en nuestra conversación y carácter. ... Nuestra vida y comportamiento testificarán de cuánto apreciamos a Cristo y la salvación que nos ha dado a un precio tan elevado.—The Review and Herald, 2 de agosto de 1881. AFC64 289.4