El Colportor Evangélico

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Economía y abnegación

Una cantidad considerable de dinero se puede gastar en cuentas de hotel que no son de ninguna manera necesarias. La causa de Dios era tan preciosa para los pioneros de este mensaje, que raras veces tomaban una comida en un hotel, aunque costaba apenas unos 25 centavos cada una. Pero, en general, los hombres y las mujeres jóvenes no están enseñados a economizar, y hay derroche sobre derroche por doquiera. Algunas familias despilfarran en forma tan vil, que alcanzaría para sostener a otra familia si se practicara una economía razonable. Si al viajar, nuestra juventud llevara cuenta exacta del dinero que gasta, artículo tras artículo, sus ojos se abrirían para ver las pérdidas. Aunque no les toque privarse de comidas calientes, como lo hicieron los primeros obreros en su vida ambulante, aprenderán a suplir sus verdaderas necesidades con menos gasto del que ahora creen necesario. Hay personas que practican la abnegación con el fin de aportar recursos a la causa de Dios; entonces, que los obreros en la causa practiquen la abnegación, limitando sus gastos lo más que puedan. Sería bueno que todos nuestros obreros estudiaran la historia de los misioneros valdenses e imitaran su ejemplo de sacrificio y abnegación.—Testimonios para la Iglesia 5:377 (1885). CE 102.1