El Colportor Evangélico

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Vestirse de Cristo

Nadie puede ser un exitoso ganador de hombres hasta que él mismo no haya resuelto el problema de su entrega a Dios. Hemos de revestirnos individualmente del Señor Jesucristo. Para cada uno de nosotros él debe llegar a ser sabiduría, justificación, santificación y redención. Cuando nuestra fe se aferre de Cristo como nuestro Salvador personal, lo presentaremos [a Cristo] delante de otros en una nueva luz. Y cuando las personas contemplen a Cristo como él es, no disputarán acerca de doctrinas; correrán a él para lograr perdón, pureza y vida eterna. CE 51.1

La mayor dificultad a temer es que el colportor que encuentre a esas personas anhelosas no haya sido convertido él mismo; que él mismo no conozca por experiencia el amor de Cristo que sobrepuja todo entendimiento. Si él no tiene este conocimiento, ¿cómo puede hablar a los demás de la preciosa y antiquísima historia? Ha de enseñarse a la gente la misma esencia de la verdadera fe: la forma de aceptar a Cristo y confiar en él como el Salvador personal. Necesitan saber cómo pueden seguir sus pasos dondequiera que él vaya. Que los pies del obrero sigan las pisadas de Jesús paso a paso, y no señalen otro camino por el cual marchar hacia el cielo... CE 51.2

Guíen a los hombres al Redentor—Muchos cristianos profesos se separaron de Cristo, el gran centro, e hicieron de sí mismos el centro; pero si quieren tener éxito en atraer a otros al Salvador, deben ir ellos mismos a él, y darse cuenta de su total dependencia de su gracia. Satanás ha tratado hasta lo máximo por romper la cadena que une a los hombres con Dios; él desea atar a las personas a su propio carro, convertirlas en esclavos a su servicio; pero hemos de trabajar en contra de él, y llevar a los hombres al Redentor.—Manual for Canvassers, 38, 39 (1902). CE 52.1