El Colportor Evangélico

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La elección de Dios en nuestra vocación

Muchos están descontentos de su vocación. Tal vez no congenien con lo que los rodea. Puede ser que algún trabajo vulgar consuma su tiempo mientras se creen capaces de más altas responsabilidades; muchas veces les parece que sus esfuerzos no son apreciados o estériles; o que es incierto su porvenir. CE 190.1

Recordemos que aun cuando el trabajo que nos toque hacer no sea tal vez el de nuestra elección, debemos aceptarlo como escogido por Dios para nosotros. Gústenos o no, hemos de cumplir el deber que más a mano tenemos. “Todo lo que te venga a mano para hacer, hazlo según tus fuerzas, porque en el seol [sepulcro], adonde vas, no hay obra, ni trabajo ni ciencia ni sabiduría”. Eclesiastés 9:10. CE 190.2

Si el Señor desea que llevemos un mensaje a Nínive, no le agradará que vayamos a Jope o a Capernaum. Razones tiene para enviarnos al punto hacia donde han sido encaminados nuestros pies. Allí mismo puede estar alguien que necesite la ayuda que podemos darle. El que mandó a Felipe al eunuco etíope; que envió a Pedro al centurión romano; y a la pequeña israelita en auxilio de Naamán, el capitán sirio, también envía hoy, como representantes suyos, a hombres, mujeres y jóvenes para que vayan a los que necesitan ayuda y dirección divinas. CE 190.3