El Colportor Evangélico

233/269

El plan de Dios para proclamar el mensaje

Dios nos ha dado a nosotros como pueblo una gran luz, y nos pide que la hagamos brillar delante de quienes están en tinieblas. La luz y el poder de una verdad viviente han de ser dados por nosotros al mundo. De nosotros ha de brillar, para iluminar a los que están en tinieblas, una luz clara y firme, mantenida viva por el poder de Dios. Se nos encarga que usemos la luz que nos fue dada para crear otras luces, para que nuestros semejantes se regocijen en la verdad. No desoigamos el encargo. Supongan que el sol rehusara brillar, ¡qué terrible oscuridad y confusión resultaría! Si nosotros rehusáramos permitir que nuestra luz brille para alumbrar a quienes están en tinieblas, contraeríamos una culpa cuya magnitud no puede computarse... CE 158.3

“El Espíritu y la Esposa dicen: ‘¡Ven!’ Y el que oye, diga: ‘¡Ven!’ Y el que tiene sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida”. CE 159.1

Estas palabras esbozan el plan de Dios para la promulgación del evangelio. Sus instrumentos, el divino y el humano, han de unirse en un esfuerzo para salvar a los perdidos. Los seres humanos han de ser rescatados de la esclavitud del pecado. Dios llama a quienes han adoptado su nombre a obedecer sus órdenes. Todos son llamados a asumir alguna parte en su obra... CE 159.2

El poder transformador de la verdad—Es por medio de la influencia transformadora de la gracia divina en los corazones humanos como se revela el poder de la palabra de verdad. El mensaje, proclamado en regiones en que todavía no se lo ha oído, hace impresión en los corazones. Parece tener mayor poder para transformar el carácter que cuando se presenta a los que están familiarizados con sus trabajos de oficina. La verdad tiene poco poder sobre los corazones de quienes viven en forma contraria por ventajas personales, los que siguen una conducta opuesta a sus principios. Tales personas profesan creer en la Palabra de Dios, pero no dan ninguna evidencia de que son santificados por ella. CE 159.3

La verdad ha de tomar posesión de la voluntad de los que nunca antes han oído acerca de ella. Ellos verán la pecaminosidad del pecado, y su arrepentimiento será completo y sincero. El Señor obrará en los corazones que en lo pasado no habían sido exhortados, corazones que nunca antes habían visto la enormidad del pecado. CE 159.4

Cristo es el único antagonista del pecado que alguna vez le haya hecho frente con éxito. Que la plena luz de su vida se derrame sobre los hombres que están en tinieblas. Bajo el poder directo del evangelio, millares han sido convertidos en un día. CE 159.5

Cuando el pecador llega a comprender el hecho de que sólo por medio de Cristo puede obtener la vida eterna; cuando se da cuenta de que la obediencia a la Palabra de Dios es la condición de entrada en el reino de Dios; cuando ve a Cristo como la propiciación por el pecado; entonces viene al Salvador con humildad y contrición, confesando sus pecados y buscando perdón. Su espíritu está impresionado con un sentido de la majestad y la gloria de Dios. Siente tan profundamente el carácter bendito de una vida eterna de paz y gozo y pureza, que hace una entrega completa. CE 160.1

Se me ha indicado que diga que algunos que exteriormente parecen plenamente dados al pecado, cuando la luz brille en su corazón, se convertirán en los obreros de mayor éxito en los lugares donde haya pecadores semejantes a lo que una vez fueron ellos. CE 160.2

Escrito para los colportores—Escribo esto porque los que están ocupados en la obra del colportaje y en el trabajo de casa en casa a menudo encuentran a hombres y mujeres rudos y repulsivos en su aspecto exterior, pero quienes, si son ganados para la verdad, figurarán entre sus más leales y fieles adherentes. El espíritu de verdad es ciertamente de valor en toda iglesia. Aquellos a quienes el Señor usa pueden no siempre ser exteriormente pulidos, pero si tienen integridad de carácter, el Señor los considera preciosos. CE 160.3

La obra de Dios ha de crecer a medida que el fin se acerca—A medida que el fin se acerca, la obra de Dios ha de crecer hasta alcanzar fuerza, pureza y santidad plenas. Los obreros han de estar llenos con amor a Dios y con amor por sus semejantes. Deben albergar principios de la más estricta integridad. Cuando se toque la tecla debida, Dios se revelará como un Dios de misericordia y amor. Los ángeles del cielo se acercarán a los miembros de iglesia que están sobre la Tierra para ayudarlos en su necesidad. Recordemos siempre que somos obreros juntamente con Dios. En esta unión celestial debemos llevar adelante la obra del Señor con integridad, con cánticos y regocijo. En todo ser se encenderá el fuego del celo santo. Grupo tras grupo de personas abandonará el estandarte tenebroso del adversario para venir en ayuda del Señor, para colaborar con él contra el poderoso enemigo. CE 160.4

Los obreros deben obtener una profunda experiencia—Los obreros de Dios deben tener una profunda experiencia. Si se rinden plenamente a él, él obrará poderosamente en favor de ellos. Implantará el estandarte de la verdad sobre las fortalezas que hasta entonces retenía Satanás, y con clamores de victoria tomarán posesión de ella. Ostentan las cicatrices de la batalla, pero reciben el mensaje consolador de que el Señor los guiará en su avance, venciendo y para vencer. CE 161.1

Cuando los siervos de Dios con celo consagrado cooperen con los instrumentos divinos, el estado de cosas que ahora existe en el mundo será cambiado, y pronto la Tierra recibirá con gozo a su Rey. Entonces “los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan a justicia a la multitud, como las estrellas, a perpetua eternidad”.—The Review and Herald, 17 de septiembre de 1903. CE 161.2