Elena G. de White en Europa

66/217

Próxima parada: Grythyttehed

El próximo destino fue Grythyttehed, Suecia, pero para llegar hubo que cambiar tres veces de tren y pasar la noche en el camino. Esa tarde hicieron la primera combinación. Durante las dos horas de espera, la Sra. de White y Guillermo realizaron una larga caminata al aire fresco y vigorizante. Por la noche llegaron a Kopparberg. Allí se quedaron hasta el jueves a medianoche. La Sra. de White estaba alerta y observaba al encantador pueblo sueco y su pintoresca manera de vivir. Notó las grandes minas de cobre y de hierro, las casas rojas y verdes. Incluso describió la exquisita belleza de los techos cubiertos de turba: “Los preparan colocando sobre el techo corteza de abedul con turba encima, lo cual mantiene la casa abrigada y seca. El pasto crece sobre la turba, que se conserva fresca y viva, y a veces también plantan flores sobre ella. El aspecto es muy agradable”.—Ibid. EGWE 123.1

A la mañana siguiente la Sra. de White participó de un genuino “smorgäsbord” sueco [variedad de platos dispuestos sobre la mesa para que los comensales elijan los que prefieren] en el comedor del hotel. Todo le resultaba nuevo y se sentía muy impresionada. “Hay una provisión muy abundante de alimentos y se puede comer en abundancia de cualquiera de ellos o de todos por 40 centavos [de dólar] cada plato”.—Ibid. EGWE 123.2

El pastor Matteson viajaba con el grupo de la Sra. de White, y el jueves conversaron un rato sobre temas teológicos que él le presentó. Dios le dio mucha luz a la Sra. de White en cuanto a temas doctrinales, cosa que se refleja en los artículos y los libros que escribió (véase su libro The Faith I Live By). EGWE 123.3

El jueves 22 de octubre a medianoche, subieron al tren que partía para Grythyttehed. En esta ciudad, situada aproximadamente a 240 km al noroeste de Estocolmo, se estableció la iglesia adventista más antigua de Suecia. J. P. Rosquist llegó a ese lugar en abril de 1880, después que se despertó cierto interés por las publicaciones adventistas. En el mes de agosto pudo organizar una iglesia de 47 miembros. Sin embargo, la encarnizada oposición del pastor de la iglesia estatal dio como resultado el arresto de Rosquist y su posterior confinamiento en la prisión de Orebro. EGWE 124.1

Cuando Elena G. de White llegó a la ciudad, la recibieron el hermano C. G. Hedin y su esposa. Hedin era un pintor que se había empobrecido debido a su vida disipada, pero cuando escuchó y aceptó el mensaje adventista, su vida se transformó. Las finanzas mejoraron junto con la vida y el carácter. Llegó a ser presidente de la incipiente Asociación Sueca en 1883. Cuando llegó la Sra. de White él tenía varios empleados a su cargo. Para expresar su gratitud a Cristo y al mensaje que lo salvó, reservó dos habitaciones en su casa de dos pisos, para uso exclusivo de los pastores visitantes, así como hizo la viuda israelita con Eliseo, el profeta itinerante. EGWE 124.2

Cuando Elena G. de White llegó al hogar de los esposos Hedin, la condujeron a esas confortables habitaciones. El tiempo estaba claro y frío, y por la mañana encendieron el fuego. La Sra. de White describe la singular estufa sueca. “La superficie parece de porcelana, blanca como la leche y muy pulida. Llega hasta el techo de la habitación y enciende el fuego como si fuera una chimenea”.—Manuscrito 26, 1885. EGWE 124.3

El desayuno fue otra novedad para la visitante: EGWE 124.4

“Había una mesa redonda con un mantel y un florero en el centro, y nuestro desayuno consistió en pan, un trozo de queso, leche caliente y tortas fritas... Nos invitaron a acercarnos a la mesa, y todos permanecimos de pie. Después de pedir la bendición, todavía parados alrededor de la mesa, nos servimos algo en la mano y nos alejamos, conversando y comiendo. Luego trajeron los platos y pusimos la comida en ellos... Después de comer, los invitados estrechan la mano de los dueños de casa y les agradecen la comida”.—Ibid. EGWE 124.5

Ese fin de semana hubo reuniones el viernes de noche y el sábado de mañana. El mensaje que predicó el sábado la Sra. de White se basó en Colosenses 1:9-11. Hubo más de 100 asistentes. EGWE 125.1

La habitación de Elena G. de White en la casa de la familia Hedin tenía un escritorio muy apropiado, y siguiendo su costumbre, ella dedicó algún tiempo a escribir manuscritos y cartas. Añadió algunos párrafos a los sermones que había predicado en el concilio europeo de Basilea. Luego los mandó a María K. de White con la indicación de que los copiara y los despachara al presidente de la Asociación General, Jorge I. Butler, para que fueran leídos ante los delegados del congreso de la Asociación General que estaba por celebrarse en Battle Creek. EGWE 125.2

El domingo por la tarde, al predicar en la iglesia, dio un mensaje especial acerca del tiempo de prueba y de persecución que aguardaba a los que, como Rosquist, se aferraran a la verdad divina. EGWE 125.3

“La persecución más amarga y cruel proviene siempre de aquellos que tienen una apariencia de religión pero no poseen el espíritu y el poder de la santidad—dijo—. El prejuicio religioso no vacilará ante nada”. Pero infundió confianza a los creyentes al añadir: “Los ángeles observan el desarrollo del carácter y pesan el valor moral. Están encargados de marcar a los que son leales a los mandamientos de Dios; y los que posean esa marca recibirán ayuda especial de Dios para soportar la prueba del tiempo de angustia”.—Historical Sketches of the Foreign Missions of the Seventh Day Adventist, 196. EGWE 125.4

El tiempo frío (25°C bajo cero), la tensión del viaje y de las diversas reuniones, fueron demasiado para Elena G. de White. Regresó a su habitación el domingo por la noche, sin poder sentarse ni comer, pero el lunes se sintió mejor y pudo asistir a una comida especial que se realizó en casa de una hermana muy amable llamada Akman. El esposo de esta hermana era un comerciante no adventista. Nuevamente se sirvió un abundantísimo “smorgäsbord”. EGWE 126.1

El martes 27 de octubre, Elena G. de White y sus acompañantes partieron para Orebro por tren. Llegaron a destino en medio de una tormenta. Para empeorar las cosas, no los esperaba ningún coche. Los fatigados viajeros tuvieron que caminar un kilómetro bajo la lluvia para llegar a la casa donde se iban a instalar. Cuando llegaron, la Sra. de White sentía agudos dolores en el corazón.* Fue una hora de prueba para ella. EGWE 126.2

Entonces se consiguió un coche para llevarla rápidamente, a pesar de sus dolores, hasta el salón de reuniones. Cuando ingresó en ese lugar donde la aguardaba el público reunido, ella estaba muy apenada. Era un departamento de tres habitaciones en una casa de familia. La habitación más grande podía contener a un centenar de personas en sus bancos sin respaldo, y las otras dos habitaciones daban cabida a unas 20 personas cada una. Pero tanto el miércoles como el jueves el lugar estuvo colmado. Ella agradeció este hecho, pero recordó la experiencia de Copenhague, cuando sintió la misma aflicción ante la falta de un salón de reuniones representativo. EGWE 126.3