Cartas a Jóvenes Enamorados

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Los padres pueden ser de ayuda

Si gozáis de la bendición de tener padres temerosos de Dios, consultadlos. Comunicadles vuestras esperanzas e intenciones, aprended las lecciones que la vida les enseñó...6.El Ministerio de Curación, 277. CJE 45.1

¿Debiera un hijo o una hija escoger un compañero sin consultar primeramente con sus padres, cuando un paso tal afectará indudablemente la felicidad de éstos si es que tienen algún afecto por sus hijos? ¿Y debiera ese hijo, no obstante los ruegos y el consejo de sus padres, persistir en seguir su propio camino? Definidamente contesto: NO; a menos que no se case. “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”. Este mandamiento tiene una promesa que el Señor seguramente cumplirá con aquellos que obedecen. Los padres sabios nunca elegirán compañeros para sus hijos sin respetar los deseos de ellos.7.Testimonies for the Church 5:108, 109. CJE 45.2

Uno de los mayores errores relacionados con este tema es la idea de que los jóvenes no deben ser molestados en sus afectos; que no debe haber interferencias en su experiencia amorosa. Si hay un tema que debe ser contemplado desde todos los ángulos, es éste. La ayuda de la experiencia de otros y una ponderación serena y cuidadosa de ambos lados, es definidamente esencial. Es un tema tratado demasiado livianamente por la gran mayoría de la gente. Queridos jóvenes, tomen en cuenta a Dios y a sus padres. Oren sobre el asunto. CJE 45.3

Si los hijos trataran más con sus padres, si confiaran en ellos y les compartieran sus gozos y tristezas, se ahorrarían muchos dolores. Cuando se sientan perplejos por no saber cuál es el camino correcto, expongan el asunto tal como lo ven delante de sus padres y pídanles consejo. ¿Quiénes están mejor capacitados para señalar los peligros que los padres piadosos? ¿Quién puede entender mejor que ellos sus temperamentos particulares? Los hijos cristianos estimarán por encima de toda bendición terrenal el amor y la aprobación de sus padres temerosos de Dios. Los padres pueden simpatizar con sus hijos, y orar por ellos y con ellos para que Dios los proteja y los guíe.8.Fundamentals of Christian Education, 105-106. CJE 45.4

Esta carta enfoca la responsabilidad de los padres. Resulta claro que Juan estaba tratando de capturar los afectos de la joven, en contra de la fuerte oposición de los padres de ella, y sin tomar en cuenta sus sentimientos. Esta situación suscita la pregunta de si los padres debieran ser tomados en cuenta en el proceso de elegir una esposa. ¿Qué ocurre después de un matrimonio tal en lo que atañe a las relaciones con ellos? Elena G. de White presenta estas consecuencias en una forma digna de tomarse en cuenta. CJE 46.1

Ginebra, Suiza

Diciembre 16, 1885

Apreciado Juan,

He sabido que quieres conocer mi opinión acerca de asuntos que te preocupan en relación a tu casamiento con la hija del hermano Meyer. Entiendo que el padre de la joven en quien has colocado tus afectos no está dispuesto a permitir que su hija se case contigo. A la vez que siento simpatía por ti debido a tu frustración, quiero decirte: “¿Quién podría estar más interesado en su hija que su propio padre, como así también su madre?” CJE 47.1

La misma premura que manifiestas en este asunto contra los deseos de los padres, es evidencia de que el Espíritu de Dios no tiene el primer lugar en tu corazón, ni es un poder controlador en tu vida. Tienes una voluntad fuerte, una determinación firme y persistente para lograr cualquier cosa que te propones. CJE 47.2

¿Analizarás, mi hermano, tu propio espíritu para criticar tus motivos a fin de ver si tienes en este asunto la buena intención de hacer todas las cosas para la gloria de Dios? Se me mostró los casos de varios jóvenes en Suiza que estaban demasiado excitados en relación al tema del matrimonio. Sus mentes estaban tan totalmente ocupadas con este tema que se estaban descalificando para hacer la obra que Dios quería que hicieran. CJE 47.3

Se me mostró a un joven que estaba tratando de llegar a formar parte de la familia del hermano Meyer, pero que éste no parecía estar dispuesto a aceptarlo. Estaba en gran perplejidad y preocupación mental No puedo sino pensar que esto se te aplica a ti. Este joven no estaba preparado en ningún sentido para asumir las responsabilidades de un esposo o de una familia, y si esta unión se formara ahora, traería como resultado una gran infelicidad. CJE 47.4

Ahora bien, hermano, mi consejo para ti es que entregues tu mente y tus afectos a Dios y te coloques sobre el altar de Dios. CJE 47.5

Debes respetar el quinto mandamiento. Si este mandamiento se hubiera respetado más de lo que lo ha sido—si los hijos hubieran sido obedientes a sus padres, honrándolos—¡cuánto sufrimiento y miseria se habrían ahorrado! La niña inexperta no puede discernir qué es lo mejor para ella, ni cómo elegir sabiamente un compañero que hará su vida placentera y feliz; un matrimonio infeliz es la mayor calamidad que pueda caer sobre ambos. CJE 47.6

Mi hermano, ¿examinarás tu corazón para ver si estás o no en el amor de Dios? ¿Pesarás los sentimientos que han surgido en ti contra el hermano Meyer porque él no puede convencerse de consentir en que su hija se case contigo? Si estuvieras aprendiendo en la escuela de Cristo a llevar su yugo, a compartir sus cargas, a ser manso y humilde como Jesús, no intentarías imponer tu voluntad y tus deseos en forma tan persistente. CJE 48.1

No te descalifiques por tu resolución de llevar adelante tus puntos de vista a cualquier costo. Detente donde estás y pregúntate: “¿Qué clase de espíritu me está controlando? ¿Estoy amando a Dios con todo mi corazón? ¿Estoy amando a mi prójimo como a mí mismo? CJE 48.2

El primer deber que descansa sobre la hija del hermano Meyer es el de obedecer a sus padres; de honrar a su padre y a su madre. Podrá hacerlo si no mantienes su mente en un estado de agitación, al punto de que ella no puede cumplir su deber para con sus padres. CJE 48.3

La madre necesita la ayuda de su hija, y cuando ella tenga algunos años más comprenderá mejor cómo elegir un marido que le proporcione una vida apacible y feliz. Una mujer que se somete siempre a que se le dicte qué debe hacer en los asuntos más pequeños de la vida doméstica, que renuncia a su identidad, nunca será de mucha ayuda o bendición en el mundo y no logrará el propósito de Dios para su existencia. Es una mera máquina para ser guiada por la voluntad y la mente de otro. A cada uno, hombre y mujer, Dios le ha dado una identidad, una individualidad Todos deben conducirse en el temor de Dios. CJE 48.4

¡Hay tantos matrimonios infelices! ¿Podemos sorprendernos de que los padres sean tan celosos y traten de precaver a sus hijos de cualquier vínculo que pudiera no ser el más sabio y mejor? CJE 48.5

Tu hermana en Cristo,

Ellen G. White

Carta 25, 1885.