Conflicto y Valor

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Carros herrados, 28 de abril

Josué 17:14-17.

Y los hijos de José hablaron a Josué diciendo: ¿Por qué nos has dado por heredad una sola suerte y una sola parte? Josué 17:14. CV 124.1

Otra reclamación tocante a la repartición de la tierra reveló un espíritu muy diferente del de Caleb. La presentaron los hijos de José, la tribu de Efraín con la media tribu de Manasés. Basándose en la superioridad de su número, estas tribus exigieron una porción doble de territorio. La que les había tocado en suerte era la más rica de la tierra e incluía la fértil llanura de Sarón: pero muchas de las ciudades principales del valle estaban aún en poder de los cananeos, y las tribus, rehuyendo el trabajo y peligro que significaba conquistar sus posesiones, deseaban una porción adicional del territorio ya conquistado. La tribu de Efraín era una de las más grandes de Israel, y a ella pertenecía el mismo Josué. Por consiguiente sus miembros se creían con derecho a recibir una consideración especial. Dijeron a Josué: “¿Por qué me has dado por heredad una sola suerte y una sola parte, siendo yo un pueblo tan grande”? Pero no lograron que el jefe inflexible se apartara de la estricta justicia. CV 124.2

Su respuesta fue: “Si eres pueblo tan grande, sube tú al monte, y corta para ti allí en la tierra del fariseo y de los gigantes, pues que el monte de Efraín es angosto para ti”. CV 124.3

La contestación de ellos demostró el verdadero motivo de su queja: les hacía falta fe y valor para desalojar a los cananeos. “No nos bastará a nosotros este monte - dijeron—: y todos los cananeos que habitan la tierra de la campiña, tienen carros herrados”. CV 124.4

El poder del Dios de Israel había sido prometido a su pueblo, y si los efraimitas hubieran tenido el valor y la fe de Caleb, ningún enemigo habría podido oponérseles. Josué encaró firmemente el deseo manifiesto de ellos de evitar los trabajos y peligros. Les dijo: “Tú eres gran pueblo, y tienes gran fuerza; no tendrás una sola suerte: mas aquel monte será tuyo; que bosque es, y tú lo cortarás, y serán tuyos sus términos: porque tú echarás al cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte”. Así sus propios argumentos fueron esgrimidos contra ellos. Siendo ellos un gran pueblo, como alegaban serlo, tenían plena capacidad para abrirse camino, como sus hermanos. Con la ayuda de Dios, no necesitaban temer los carros herrados. Historia de los Patriarcas y Profetas, 549, 550.* CV 124.5