Conflicto y Valor

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El aliado invisible, 21 de abril

Josué 5:13-15.

Estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Josué 1:5. CV 117.1

Estudiad cuidadosamente la experiencia de Israel en sus viajes a Canaán. Necesitamos mantener el corazón y la mente disciplinados, refrescando la memoria con las lecciones que el Señor enseñó a su antiguo pueblo. Entonces las enseñanzas de su Palabra serán para nosotros interesantes e imponentes, como él concibió que lo serían para ellos.—The S.D.A. Bible Commentary 2:994. CV 117.2

Cuando Josué salió antes de la toma de Jericó, apareció frente a él un guerrero completamente equipado para la batalla. Y Josué preguntó: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?”, y él contestó: “Como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora”. Si los ojos de Josué se hubieran abierto como los de Eliseo en Dotán, y hubiera podido soportar la visión, hubiera visto a los ángeles del Señor acampados alrededor de los hijos de Israel; porque el disciplinado ejército del cielo había venido a pelear por el pueblo de Dios, y el Príncipe del ejército de Jehová estaba allí para dirigirlo. Cuando Jericó cayó, ninguna mano humana tocó los muros de la ciudad, porque los ángeles del Señor derribaron las fortificaciones, y penetraron en la fortaleza del enemigo. No fue Israel, sino el Príncipe del ejército de Jehová quien tomó Jericó. Pero Israel tuvo que hacer su parte para mostrar su fe en el Capitán de su salvación. CV 117.3

Hay batallas que pelear cada día. En cada alma se combate una gran guerra entre el príncipe de las tinieblas y el Príncipe de vida... Como agentes de Dios debéis someteros a él, para que planee, dirija y pelee la batalla por vosotros, con vuestra cooperación. El Príncipe de vida está al frente de su obra. Él debe estar con vosotros en la batalla diaria con el yo para que podáis permanecer firmes a los principios; para que cuando las pasiones luchen por la supremacía, puedan ser doblegadas por la gracia de Cristo; para que seáis más que vencedores mediante Aquel que nos amó. Jesús ha estado sobre la tierra. Conoce el poder de cada tentación. Sabe cómo enfrentar cada emergencia, y cómo conduciros a través de cada sendero de peligro. Entonces, ¿por qué no confiar en él?—Ibid. 994, 995.* CV 117.4