Conflicto y Valor

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Las manos hacia el cielo, 30 de marzo

Éxodo 17:8-16.

Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda. 1 Timoteo 2:8. CV 95.1

A causa de la desobediencia del pueblo de Israel y de su alejamiento de Dios, se le permitió frecuentar lugares apartados donde sufrió la adversidad: Se les permitió a sus enemigos hacerle la guerra y humillarlo para conducirlo a buscar a Dios en su tribulación y dolor... CV 95.2

Cuando Israel fue atacado por los amalecitas, Moisés ordenó a Josué que peleara con sus enemigos.—Testimonies for the Church 2:106, 107. CV 95.3

Moisés, Aarón y Hur se situaron en una colina que dominaba el campo de batalla. Con los brazos extendidos hacia el cielo, y con la vara de Dios en su diestra, Moisés oró por el éxito de los ejércitos de Israel. Mientras proseguía la batalla, se notó que siempre que sus manos estaban levantadas, Israel triunfaba; pero cuando las bajaba, el enemigo prevalecía. Cuando Moisés se fatigó, Aarón y Hur sostuvieron sus manos hasta que, al ponerse el sol, el enemigo huyó. CV 95.4

Al sostener Aarón y Hur las manos de Moisés, mostraron al pueblo que su deber era apoyarlo en su ardua labor mientras recibía las palabras de Dios para transmitírselas a ellos. Y lo que hizo Moisés también fue muy significativo, pues les demostró que su destino estaba en las manos de Dios; mientras el pueblo confiara en el Señor, él combatiría por ellos y dominaría a sus enemigos; pero cuando no se apoyaran en él, cuando confiaran en su propia fortaleza, entonces serían aún más débiles que los que no tenían el conocimiento de Dios, y sus enemigos triunfarían sobre ellos. CV 95.5

Como los hebreos triunfaban cuando Moisés elevaba las manos al cielo e intercedía por ellos, así también triunfará el Israel de Dios cuando mediante la fe se apoye en la fortaleza de su poderoso Ayudador. No obstante, el poder divino ha de combinarse con el esfuerzo humano. Moisés no creyó que Dios vencería a sus enemigos mientras Israel permaneciese inactivo. Mientras el gran jefe imploraba al Señor, Josué y sus valientes soldados estaban haciendo cuanto podían para rechazar a los enemigos de Israel y de Dios. Historia de los Patriarcas y Profetas, 305, 306.* CV 95.6