Conflicto y Valor

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El portador de la cruz, 15 de noviembre

Mateo 27:26-33.

Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. Lucas 23:26. CV 325.1

Jesús apenas había pasado la puerta de la casa de Pilato cuando la cruz que había sido preparada para Barrabás fue traída y colocada sobre sus magullados y sangrantes hombros. Había sostenido su carga por unas pocas varas, cuando, a causa de la pérdida de sangre y cansancio y dolor excesivos, cayó desmayado en tierra. Cuando volvió en sí, se le colocó nuevamente la cruz sobre los hombros y fue obligado a avanzar. Se tambaleó por unos pocos pasos, sosteniendo su pesada carga, y luego cayó al suelo como muerto. Los sacerdotes y gobernantes no sentían compasión por su víctima sufriente, pero vieron que era imposible que llevara el instrumento de tortura más lejos. Estaban perplejos tratando de encontrar a alguien que quisiera humillarse a llevar la cruz hasta el lugar de la ejecución.—Manuscrito 41, 1887 CV 325.2

La multitud que seguía al Salvador al Calvario lo vituperaba y denigraba porque no podía llevar la cruz de madera. Todos vieron los pasos débiles y tambaleantes de Cristo, pero no manifestaban compasión los corazones de aquellos que habían avanzado de una etapa a otra maltratando y torturando al Hijo de Dios... CV 325.3

Un forastero, Simón Cireneo, que llegaba del campo a la ciudad, oye a la muchedumbre mofándose y maldiciendo; oye el despectivo refrán: “Abrid paso al Rey de los judíos”. Se detiene asombrado ante la escena, y al expresar su compasión en palabras y hechos, se apoderan de él y lo obligan a cargar la cruz que es demasiado pesada para Cristo... La cruz de madera llevada por él al Calvario fue lo que indujo a Simón a tomar sobre sí la cruz de Cristo por su propia voluntad, a llevarla siempre alegremente. Su camaradería forzada con Cristo al llevar su cruz al Calvario, al contemplar la triste y terrible escena y a los espectadores al pie de la cruz, fue el medio que sirvió para atraer su corazón a Jesús. Cada palabra de los labios de Jesús se grabó en su alma... y el corazón de Simón creyó (Manuscrito 103, 1897).* CV 325.4