Conflicto y Valor

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Debajo de la higuera, 2 de octubre

Juan 1:45-51.

Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Juan 1:47. CV 281.1

Natanael oyó a Juan cuando señaló al Salvador y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. Natanael miró a Jesús, pero quedó chasqueado por la apariencia del Redentor del mundo. Aquel que llevaba las marcas del trabajo arduo y de la pobreza, ¿podría ser el Mesías? Jesús era obrero. Había trabajado con humildes operarios. Y Natanael se fue. Pero no se formó decididamente su opinión en cuanto a lo que era el carácter de Jesús. Se arrodilló debajo de una higuera para preguntar a Dios si ciertamente ese hombre era el Mesías. Mientras estaba allí, vino Felipe y dijo: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José de Nazaret”. Pero la palabra “Nazaret” otra vez despertó su incredulidad y dijo: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Estaba lleno de prejuicios, pero Felipe no procuró combatir sus prejuicios. Dijo sencillamente: “Ven y ve”... CV 281.2

¿No sería bueno que nosotros fuéramos debajo de la higuera para suplicarle a Dios en cuanto a lo que es la verdad? ¿No estaría sobre nosotros el ojo de Dios como estuvo sobre Natanael? Natanael creyó en el Señor y exclamó: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”.—Mensajes Selectos 1:484, 485. CV 281.3

Su incredulidad desapareció, y una fe firme, fuerte y permanente tomó posesión de su alma. Jesús alabó la fe íntegra de Natanael. CV 281.4

Hay muchos que se encuentran en las mismas condiciones que Natanael. Tienen prejuicios e incredulidad porque nunca han entrado en contacto con las verdades especiales para estos últimos días o con el pueblo que las tiene, y será suficiente que asistan a una reunión llena del Espíritu de Cristo para deponer su incredulidad. No importa lo que tengamos que enfrentar, oposición, esfuerzos para alejar las almas de la verdad de origen celestial, debemos dar publicidad a nuestra fe, para que almas sinceras puedan ver, oír y convencerse por sí mismas. Nuestra obra es decir, como hizo Felipe: “Ven y ve”. No tenemos doctrinas que queramos ocultar. Testimonies for the Church 6:37, 38.* CV 281.5