Conflicto y Valor

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La irrespetuosidad reprendida, 7 de agosto

2 Reyes 2:23-25.

Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová. Levítico 19:32. CV 225.1

Eliseo era hombre de espíritu benigno y bondadoso; pero también podía ser severo, como lo demostró su conducta cuando, en camino a Betel, se burlaron de él los jóvenes impíos que habían salido de la ciudad. Ellos habían oído hablar de la ascensión de Elías, e hicieron de este acontecimiento solemne un motivo de burlas, diciendo a Eliseo: “¡Calvo, sube! ¡calvo, sube!” Al oír sus palabras de burla el profeta se dio vuelta, y bajo la inspiración del Todopoderoso pronunció una maldición sobre ellos. El espantoso castigo que siguió provino de Dios. “Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos cuarenta y dos muchachos”. 2 Reyes 2:23, 24. CV 225.2

Si Eliseo hubiese pasado por alto las burlas, la turba hubiera continuado ridiculizándole, y en un tiempo de grave peligro nacional podría haber contrarrestado su misión destinada a instruir y salvar. Este único caso de terrible severidad bastó para imponer respeto durante toda su vida. Durante cincuenta años entró y salió por la puerta de Betel, para recorrer la tierra de ciudad en ciudad y pasar por entre muchedumbres de jóvenes ociosos, rudos y disolutos; pero nadie se burló de él ni de sus cualidades como profeta del Altísimo... CV 225.3

La reverencia, de la cual carecían los jóvenes que se burlaron de Eliseo, es una gracia que debe cultivarse con cuidado. A todo niño se le debe enseñar a manifestar verdadera reverencia hacia Dios. Nunca debe pronunciarse su nombre con liviandad o irreflexivamente. Los ángeles se velan el rostro cuando lo pronuncian. ¡Con qué reverencia debiéramos emitirlo con nuestros labios, nosotros que somos seres caídos y pecaminosos! ... CV 225.4

También la cortesía es una de las gracias del espíritu, y debe ser cultivada por todos. Tiene el poder de subyugar las naturalezas que sin ella se endurecerían. Los que profesan seguir a Cristo, y son al mismo tiempo toscos, duros y descorteses, no han aprendido de Jesús. Tal vez no se pueda dudar de su sinceridad ni de su integridad; pero la sinceridad e integridad no expiarán la falta de bondad y cortesía. La Historia de Profetas y Reyes, 177, 178.* CV 225.5