Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica

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El tratamiento de los alumnos que yerran

En la obra de la escuela sabática se nos pedirá a veces que corrijamos a los que hacen equivocaciones y caen en el pecado y el error. Cristo nos ha dado en su Palabra lecciones muy claras respecto a la manera de tratar a los que yerran, pero muchos no las han puesto en práctica. No las han estudiado y atesorado en el corazón de manera que el Espíritu Santo pudiera iluminar el oscurecido entendimiento y enternecer y quebrantar el empedernido corazón, tanto del maestro como del alumno. El Espíritu Santo hará sensible y lleno de simpatía el corazón, y lo librará del orgullo y el egoísmo. COES 191.2

Es probable que algunos de los alumnos de la escuela sabática se porten mal y hagan cosas que molesten al maestro. Pero éste no debe usar palabras mordaces, ni manifestar un espíritu irrefrenado, porque en tal caso no estaría usando la espada del Espíritu, sino las armas de Satanás. Aunque la mala conducta del discípulo es difícil de soportar, aunque es preciso corregir el mal, observar los reglamentos y respetar la justicia, guarde el maestro, no obstante, el camino del Señor, y mezcle con la justicia la misericordia. Mire la cruz del Calvario, y vea cómo allí la misericordia y la verdad se encontraron, cómo la justicia y la paz se besaron. Allí, por medio del sacrificio divino, el hombre puede ser reconciliado con Dios. Al contemplar el amor de Cristo, vuestro corazón se ablandará para tratar a los niños como a los miembros menores de la familia del Señor. Recordaréis que son propiedad de Cristo, y estaréis dispuestos a tratarlos del mismo modo que Cristo os ha tratado a vosotros. COES 191.3

El trato áspero no ayudará nunca al niño a reconocer sus errores ni a reformarse. Llévense a la práctica, con el espíritu de Cristo, los reglamentos de la escuela, y cuando sea necesario dar una reprensión, hágase esta desagradable tarea con tristeza y amor. No creáis que es vuestro deber reprender públicamente al alumno, y humillarlo así delante de toda la escuela. Con esto no se presentaría un ejemplo digno a los niños, porque sería semilla productora de una siega idéntica. Nunca publiquéis los errores de ningún alumno fuera del círculo en que tienen que conocerse; porque si lo hacéis, se creará un sentimiento de simpatía para con el culpable, dejando en las mentes la impresión de que se lo ha tratado de una manera injusta. Al exponer la mala conducta del alumno, puede ser que se lo arroje al campo de batalla de Satanás, y que desde ese mismo momento vaya constantemente hacia abajo. Cristo tiene mucha paciencia con nosotros, y nosotros debemos ser como Cristo. El no nos rechaza a causa de nuestros errores, sino que nos reprende con ternura y por medio del amor nos atrae a sí. COES 192.1