Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica

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La reverencia y la cordialidad

El maestro puede ser reverente y, sin embargo, alegre. Y en lugar de tener maneras petulantes debería escudriñar las cosas profundas de Dios. Cualquier afectación no será natural. Reciba la clase la impresión de que la religión es una realidad, que es deseable; pues trae paz, descanso y felicidad. No permitáis que vuestra clase reciba la impresión de que un carácter frío, falto de simpatía, es religión. Que la paz y la gloria de la presencia de Cristo en el corazón hagan que el rostro exprese su amor, que los labios profieran gratitud y alabanza. COES 109.1

Los que acostumbran a estar en comunión con Dios reflejarán su luz en el rostro. Los niños aborrecen la sombra de las tinieblas y la tristeza. Su corazón responde a la brillantez, a la alegría y al amor. Aunque un maestro debe ser firme y resuelto, no debe ser severo, exigente ni dictatorial. El maestro necesita una autoridad revestida de dignidad; de otra manera carecerá de esa habilidad que haría de él un maestro de éxito. Los niños son prontos para discernir cualquier debilidad o defecto en el carácter del maestro. El comportamiento hace su impresión. Las palabras que pronunciáis no les darán el molde debido, a menos que vean en vuestro carácter el modelo. Un carácter cristiano correcto, ejemplificado en la vida diaria, hará mucho en pro de la formación del carácter de vuestra clase, más, mucho más, que todas vuestras enseñanzas y muy repetidas lecciones. Dios nos ha relacionado de tal manera individualmente con la gran trama de la humanidad que inconscientemente hacemos nuestras las maneras, prácticas y costumbres de aquellos con quienes nos relacionamos. Y no permita Dios que se deje al menor de estos pequeñitos desviarse de la senda trazada para que caminen en ella los redimidos del Señor. Tenga el maestro piedad práctica, para que el carácter y el amor de Jesús sean revelados en él. COES 109.2

La escuela sabática no es un lugar de pasatiempo, para entretener y divertir a los niños, aunque si es debidamente dirigida, puede ser todo esto; sino que es un lugar donde se educa a los niños y a la juventud, donde se le abre la Biblia al entendimiento, mandamiento tras mandamiento, precepto tras precepto, un poco aquí y un poco allí. Es un lugar donde se ha de impartir la luz de la verdad. No todos los que enseñan en nuestras escuelas sabáticas se preparan para la tarea. Sienta cada maestro que debe saber más, que tiene que llegar a conocer mejor a aquellos con quienes tiene que tratar, a conocer mejor los mejores métodos de impartir conocimientos; y que cuando haya hecho lo mejor que pueda, todavía le faltará mucho.—Testimonies on Sabbath-School Work, 95-98. COES 110.1