Consejos Sobre la Obra de la Escuela Sabatica

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La simpatía de Cristo para con los niños

Jesús se interesaba en los niños. El no se incorporó a nuestro mundo como un hombre maduro. Si lo hubiera hecho, los niños no hubieran tenido su ejemplo para imitar. Cristo fué un niño; tuvo la experiencia de un niño; sintió los chascos y las pruebas que sienten los niños; conoció las tentaciones de los niños y de los jóvenes. Pero Cristo fué, tanto en su vida de niño como de joven, un ejemplo para todos los niños y jóvenes. En la niñez, sus manos se hallaban ocupadas en actos útiles. En la juventud trabajó en el oficio de carpintero con su padre, y se hallaba sujeto a sus padres, dando así en su vida una lección a todos los niños y jóvenes. Si Cristo nunca hubiera sido él mismo un niño, los jóvenes pensarían hoy que él no puede simpatizar con ellos. Pero vivió como su ejemplo, y todos los niños y jóvenes pueden encontrar en Jesús a uno a quien pueden llevarle todos sus pesares y chascos y encontrar en él a un amigo que los ayudará. COES 59.1

Jesús ama a los niñitos. Cuando las madres trajeron a sus hijitos a Jesús, los discípulos intentaron rechazarlas, pero Jesús los reprendió y dijo: “Dejad a los niños, y no les impidáis de venir a mí; porque de los tales es el reino de los cielos.” El entonces los reunió en sus brazos amantes y los bendijo. Hay que tenerles lástima a los padres y maestros que no tienen amor o paciencia con sus hijos, porque no tienen el sentir de Cristo. Los que tratan de reunir a los niños en la escuela sabática, están haciendo una buena obra, la misma obra que al Maestro le gustaría que hicieran. La inteligencia creciente aun de los niños pequeños puede comprender mucho con respecto a las enseñanzas de Cristo, y puede ser enseñada a amarlo con todo su ardiente afecto. Los maestros y los padres deben sembrar junto a todas las aguas, y si son fieles pueden tener una cosecha de almas en el cercano futuro. Y cuando vean las almas por las cuales han trabajado, en torno al gran trono blanco, con coronas y níveos mantos y arpas de oro, sentirán entonces que sus esfuerzos no fueron perdidos. El “bien hecho, buen siervo y fiel,” sonará en sus oídos como dulce música.—The Signs of the Times, 23 de junio de 1881. COES 59.2