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La aflicción purifica al pueblo de Dios

Muy pronto el mundo entero estará atribulado. Cada cual debe tratar de conocer a Dios. No tenemos tiempo que perder [...]. EUD 131.1

Dios ama a su iglesia con un amor infinito. Nunca deja de velar sobre su heredad. Solo permite las aflicciones que su iglesia necesita para su purificación, para su bien presente y eterno. Purificará su iglesia así como purificó el templo en el principio y al fin de su ministerio terrenal. Todas las pruebas que inflige a la iglesia tienen por objeto dar a su pueblo una piedad más profunda y una fuerza mayor para llevar los triunfos de la cruz en todas partes del mundo.—Joyas de los Testimonios 3:391-392 (1909). EUD 131.2

Las aflicciones, las cruces, las tentaciones, la adversidad y nuestras variadas pruebas, son los medios que emplea Dios para refinarnos, santificarnos y hacernos dignos de su alfolí celestial.—Joyas de los Testimonios 1:312 (1872). EUD 131.3