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Aún habrá algunos justos en las ciudades después que se haya promulgado el decreto de muerte

En el tiempo de angustia, huimos de todas las ciudades y pueblos, pero los malvados nos perseguían y entraban a cuchillo en las casas de los santos.—Primeros Escritos, 34 (1851). EUD 105.1

Cuando los santos salieron de las villas y ciudades, los persiguieron los malvados con intento de matarlos. Pero las espadas levantadas contra el pueblo de Dios se quebraron y cayeron tan inofensivas como briznas de paja. Los ángeles de Dios escudaron a los santos.—Primeros Escritos, 284 (1858). EUD 105.2

Por más que un decreto general haya fijado el tiempo en que los observadores de los mandamientos puedan ser muertos, sus enemigos, en algunos casos, se anticiparán al decreto y tratarán de quitarles la vida antes del tiempo fijado. Pero nadie puede atravesar el cordón de los poderosos guardianes colocados en torno de cada fiel. Algunos son atacados al huir de las ciudades y villas. Pero las espadas levantadas contra ellos se quiebran y caen como si fueran de paja. Otros son defendidos por ángeles en forma de guerreros.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 689 (1911). EUD 105.3