Exaltad a Jesús

252/373

Se promete perfección moral y espiritual, 7 de septiembre

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. Colosenses 3:14-15. EJ 258.1

Escribió Pablo a los colosenses: “Amortiguad, pues, vuestros miembros que están sobre la tierra:... en las cuales vosotros también anduvistes en otro tiempo viviendo en ellas. Mas ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, torpes palabras de vuestra boca... Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de mansedumbre, de tolerancia; sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos los uno a los otros si alguno tuviere queja del otro; de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”... EJ 258.2

La carta a los colosenses está llena de lecciones de gran valor para todos los que están ocupados en el servicio de Cristo, lecciones que muestran la sinceridad de propósito y la altura del blanco que será visto en la vida de aquel que representa correctamente a su Salvador. Renunciando a todo lo que pueda impedirle realizar progresos en el camino ascendente, o quiera hacer volver los pies de otros del camino angosto, el creyente revelará en su vida diaria, misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, tolerancia y el amor de Cristo... EJ 258.3

En sus esfuerzos por alcanzar el ideal de Dios, el cristiano no debería desesperarse por nada. A todos es prometida la perfección moral y espiritual por la gracia y el poder de Cristo. El es el origen del poder, la fuente de la vida. Nos lleva a su Palabra, y del árbol de la vida nos presenta hojas para la sanidad de las almas enfermas de pecado. Nos guía hacia el trono de Dios, y pone en nuestra boca una oración por la cual somos traídos en estrecha relación con él. En nuestro favor pone en operación los todopoderosos agentes del cielo. A cada paso sentimos su poder viviente. EJ 258.4

Dios no fija límites al avance de aquellos que desean ser “llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y espiritual inteligencia”. Por la oración, la vigilancia y el desarrollo en el conocimiento y comprensión, son “corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria”. Así son preparados para trabajar en favor de los demás. Es el propósito del Salvador que los seres humanos, purificados y santificados, sean sus ayudadores. Demos gracias por este gran privilegio a Aquel “que nos hizo aptos para participar de la suerte de los santos en luz: que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”.—Los Hechos de los Apóstoles, 380-381. EJ 258.5