Exaltad a Jesús

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Exaltad al hombre del Calvario, 5 de agosto

He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Juan 1:29. EJ 225.1

Los principios que deberían motivarnos como obreros en la causa de Dios fueron establecidos por el apóstol Pablo. El dijo: “Nosotros somos colaboradores de Dios”. 1 Corintios 3:9. “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”. Colosenses 3:23. Y Pedro exhorta a los creyentes: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo”. 1 Pedro 4:10-11. EJ 225.2

Cuando estos principios controlen nuestros corazones, nos daremos cuenta de que la obra es de Dios y no nuestra; que él manifiesta el mismo cuidado por cada parte del gran todo. Cuando Cristo y su gloria son considerados como lo primero, y el amor al yo es absorbido por el amor a las almas por las cuales Cristo murió, entonces ningún obrero se dejará absorber tan enteramente por una rama de la causa como para perder de vista la importancia de todas las demás... EJ 225.3

La Palabra de Dios nos enseña que este es el tiempo, por encima de todos los demás, cuando podemos buscar la luz del cielo. Ahora es cuando podemos esperar el refrigerio de la presencia del Señor. Deberíamos velar por las manifestaciones de la providencia de Dios como el ejército de Israel esperaba oír el “ruido como de marcha por las copas de las balsameras” (2 Samuel 5:24): la señal de que el cielo obraría en favor de ellos. EJ 225.4

Dios no puede glorificar su nombre por intermedio de su pueblo mientras éste confíe en los seres humanos y se apoye en brazo de carne. Su presente estado de debilidad continuará hasta cuando únicamente Cristo sea exaltado; hasta el momento cuando, con Juan el bautista, se expresen con corazón humilde y reverente: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe”. Juan 3:30. Se me han dado palabras que hablar al pueblo de Dios: “Exaltad al hombre del Calvario. Que la humanidad retroceda para que todos puedan contemplar a Aquel en quien se cifran sus esperanzas de vida eterna. Dice el profeta Isaías: ‘Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz’. Que la iglesia y el mundo contemplen a su Redentor. Que toda voz proclame con Juan: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’”. EJ 225.5

Es al alma sedienta a quien se le abre la fuente de las aguas vivas. Dios declara: “Derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida”. Isaías 54:3. Las almas que buscan fervientemente la luz y aceptan con regocijo cada rayo luminoso proveniente de su santa Palabra, son las únicas a quienes se les concederá luz. Será a través de estas almas como Dios revelará la luz y el poder que alumbrarán toda la tierra con su gloria.—Testimonies for the Church 5:726-729.* EJ 225.6