Exaltad a Jesús

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Se debe exaltar la ley de Dios, 12 de mayo

Para que os acordéis, y hagáis todos mis mandamientos, y seáis santos a vuestro Dios. Números 15:40. EJ 140.1

Toda la instrucción dada a los israelitas de la antigüedad con relación a la enseñanza de los mandamientos a sus hijos, es para nosotros. Si nos volvemos negligentes y descuidamos la urgencia de enseñar a observar esos mandamientos, como sé que ha sucedido con muchos, humillemos todos nuestro corazón delante de Dios, y realicemos una obra ferviente y cabal de arrepentimiento. Aprendamos a trabajar misericordiosamente con nuestros hijos. Durante sus años tiernos necesitan ser enseñados bondadosa, paciente, inteligente y amorosamente en todo el servicio religioso, para lo cual los padres deben hacer que las lecciones sean sencillas y atractivas, con el fin de hacer que sus pequeños conozcan el camino del Señor. En el pasado, el fracaso de los padres en el cumplimiento de esta tarea se ha dejado sentir en las generaciones posteriores... EJ 140.2

Se requiere un esfuerzo constante y perseverante para mantener en alto la norma de la justicia, pero nadie que sea descuidado en los principios podrá ser aprobado por Dios. Nuestra experiencia religiosa se corrompe cuando permitimos que nuestros principios sean pervertidos. Ahora, más que en cualquier otro período de la historia del mundo, necesitamos obedecer la amonestación: “Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Mateo 24:44... EJ 140.3

En esta época del mundo existe el mismo peligro. Deberíamos cuidar a nuestros niños para que no tengan comunión con el mundo, para que no imiten la conducta de los que están en tinieblas. Tanto como sea posible, guardémoslos de la asociación con los incrédulos. Sabemos que los que no sirven al Señor Jesús sirven a otro dirigente, y que éste hará esfuerzos decididos por controlar las mentes de los que conocen la verdad. EJ 140.4

La obra engañosa de Satanás se lleva a cabo constantemente en todas partes. Los que de veras aman a Dios revelarán su amor por él en todas partes y bajo cualquier circunstancia. No se rebajarán a participar de las diversiones insensatas ni de los entretenimientos mundanos. No se dejarán persuadir a olvidarse del Señor en ningún momento. Los cristianos pueden y deben experimentar una indignación santa contra la liviandad y la insensatez de los que no aman a Dios. “Considérate a ti mismo”, y no cedas a la tentación de hablar palabras ociosas, bajas y sin sentido. Habla palabras que revelen el hecho de que eres un hijo de Dios, y que tu corazón está lleno de su amor. EJ 140.5

Debemos ser hoy un pueblo peculiar y santo para el Señor, tan decididamente como se exigía que lo fueran los israelitas, de lo contrario no podemos representar adecuadamente a nuestro Redentor sabio, compasivo y glorificado.—Manuscrito 152, 1901. EJ 140.6