Hijas de Dios

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Sarah Peck es llamada a enseñar

Sarah Peck fue una de las asistentes más capaces que tuvo Elena G. de White. Antes de llegar a ser su secretaria, Sarah había enseñado en la escuela del Sanatorio en California. Tenía la reputación de ser una “excelente maestra”. Después de servir por algún tiempo con los ayudantes de la Sra. de White en Elmshaven, fue invitada a enseñar otra vez. Aunque sentía su salida, Elena G. de White consideró que Sarah Peck debía aceptar lo que el Señor le pidiera que hiciese. HD 87.2

Querida Hna. Peck: Durante nuestra conversación esta mañana, me sentí perpleja por no saber qué decir con relación a su trabajo. La aprecio de todo corazón y quisiera verla trabajar donde mejor pueda servir al Maestro. HD 87.3

No sé cuál será su decisión o elección. Muchos desean y anhelan verla entrar nuevamente en la obra educativa. Si usted siente que ese es su deber, estoy dispuesta a liberarla de su empleo conmigo. No conozco a nadie que esté mejor capacitado que usted para realizar la tarea educativa. Y en relación a su trabajo aquí, no puedo decir demasiado, pues usted ha sido llamada a tantas otras líneas de trabajo en el pasado. HD 87.4

Una cosa sí tengo que decirle: Si usted elige permanecer conmigo, el trabajo en la escuela debe ser puesto a un lado. Si usted prefiere dedicarse a la obra educativa, entonces debe quedar libre para hacerlo de tal manera que pueda prestar una atención exclusiva a esa tarea. Dejo el asunto enteramente con usted, a fin de tomar una decisión por usted misma. No me atrevería a decidir por usted. La gran necesidad de maestros con su preparación, es lo único que me mueve a liberarla. Son tantos los que me han hablado de su talento y eficiencia como educadora, que no me atrevería a retenerla. Y si en el futuro usted quisiera volver a trabajar conmigo, con seguridad no será menos eficiente que ahora. HD 88.1

Le escribo esto para que no siga en la incertidumbre. Busque al Señor por usted misma. Si se siente impresionada a permanecer conmigo, tengo para usted trabajo en abundancia. Si le parece que la voluntad de Dios es esa, debemos seguir trabajando juntas con todo fervor, sin permitir que otros vengan e intenten darle una doble carga. HD 88.2

Ahora, mi hermana, me preocupa que si usted acepta el trabajo en la escuela, no se cargue con demasiadas responsabilidades. Haga su obra como la hizo en la escuela de Santa Helena. Si yo tuviera que actuar en Redlands o Loma Linda, podríamos hacer una obra conjunta para preparar a los estudiantes para este tiempo y la eternidad. HD 88.3

Que el Señor la bendiga y la colme de su Santo Espíritu dondequiera que usted trabaje. Si es su destino educar a los estudiantes para que a su vez ellos puedan impartir a otros el conocimiento celestial, me sentiré complacida. Siempre la he respetado y amado y nunca me defraudó. La palabra dicha como conviene es valorada por encima de cualquier cosa terrenal. Dios es glorificado con cada palabra que dirige a la acción correcta. La respeto profundamente y deseo que pueda aprovechar toda ventaja que tenga para continuar progresando en el servicio a Dios.—Carta 265, 1905. HD 88.4