Hijas de Dios

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Capítulo 5—La mujer en la enseñanza

Muchos de los consejos dados por Elena G. de White a los maestros están escritos en términos generales. Ella habla tanto de hombres como de mujeres que deben estar bien calificados para enseñar a la juventud. Las declaraciones que siguen se aplican igualmente a ambos sexos.

Se necesitan maestros capaces—He hablado mucho acerca de esto, porque se necesitan maestros capaces. Hombres y mujeres deben ser equipados en el hogar y en la escuela para ejercer un ministerio del cual no sean avergonzados. En muchas familias de hoy, se deja sin corregir la desobediencia y la indulgencia propia o, en cambio, se manifiesta un espíritu abrumador y dominante que crea los peores males en la disposición de los niños. Los padres los corrigen de una manera tan desconsiderada, que sus vidas se tornan miserables y pierden todo respeto por el padre, la madre, o los hermanos. Cuando esto ocurre, las almas de los niños, que son los corderos del rebaño y la propiedad de Dios, están preparadas para la acción de Satanás sobre ellos.—Manuscript Releases 13:95 (1898). HD 81.1

Maestros que estudien la Palabra de Dios—Preparar a los jóvenes para que lleguen a ser fieles soldados del Señor Jesucristo es la obra más noble que haya sido confiada alguna vez al hombre. Únicamente deben ser escogidos como maestros de las escuelas de iglesia hombres y mujeres devotos y consagrados, que amen a los niños y puedan ver en ellos almas que tienen que salvarse para el Maestro. Los maestros que estudian la Palabra de Dios como es debido sabrán algo del valor que tienen las almas confiadas a su cuidado, y de ellos recibirán los niños una verdadera educación cristiana.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 158 (1913). HD 82.1

Maestros que obedezcan la Palabra de Dios—Todos los que enseñan en nuestras escuelas deben tener una unión íntima con Dios y una perfecta comprensión de su Palabra, a fin de que puedan volcar la sabiduría y el conocimiento divinos en la obra de educar a los jóvenes para su utilidad en esta vida y para la vida futura e inmortal. Deben ser hombres y mujeres que no solo conozcan la verdad sino que también sean hacedores de la Palabra de Dios. El “Escrito está” debiera manifestarse en sus vidas. Mediante su propio proceder deben enseñar sencillez y hábitos correctos en todas las cosas. Nadie debe unirse a nuestras escuelas como educador si no ha tenido experiencia en obedecer a la Palabra del Señor.—Joyas de los Testimonios 2:425-426 (1900). HD 82.2

Mujeres jóvenes adiestradas para enseñar a otros—Se necesitan obreros consagrados y dedicados para actuar como educadores. Hombres y mujeres jóvenes debieran recibir en nuestros colegios la educación que los capacite para enseñar a otros a entender la Palabra del Señor. Necesitamos obreros ministeriales que en cada escuela eduquen a niños y jóvenes en la verdad bíblica, y hagan la tarea pastoral entre los maestros y los estudiantes. Nuestras escuelas deben parecerse a las escuelas de los profetas. Hacemos un llamado a todos los maestros relacionados con nuestras escuelas a hacer un esfuerzo sacrificado. Hacemos un llamado a nuestras hermanas para que actúen con inteligencia, devoción e interés, para lograr que la escuela sea un éxito. Que las iglesias también ayuden. El Señor bendecirá a todos aquellos que cooperan con él.—Manuscript Releases 6:400 (1899). HD 82.3

Mujeres preparadas para ocupar cualquier posición—El Señor quiere que el Colegio [Avondale] sea también un lugar donde se obtenga preparación en las labores femeninas: arte culinario, tareas domésticas, corte y confección de vestidos, teneduría de libros, lectura correcta y pronunciación. Las alumnas deben estar en condiciones de ocupar cualquier puesto que se les ofrezca: directoras, maestras de Escuela Sabática, obreras bíblicas. Deben prepararse para enseñar en las escuelas para niños.—El Evangelismo, 347 (1898). HD 82.4

Cualidades personales del maestro—Los principios y hábitos del maestro deben ser considerados aun de mayor importancia que sus calificaciones académicas. Si el maestro es un cristiano sincero, sentirá la necesidad de interesarse por la educación física, mental, moral y espiritual de sus educandos. Para ejercer una influencia correcta, debe tener un perfecto control de sí mismo. Su corazón debe estar ricamente imbuido de amor por sus alumnos; amor que se reflejará en su mirada, en sus palabras y en sus actos. Debe tener tal firmeza de carácter que pueda moldear las mentes de sus alumnos además de instruirlos en las ciencias [...]. HD 83.1

Durante los primeros años de la educación juvenil generalmente se forma el carácter para toda la vida. Aquellos que tratan con los jóvenes debieran incentivar las cualidades de la mente que les permitirán saber cómo ejercitar y dirigir sus talentos en la mejor dirección.—The Review and Herald, 1 de septiembre de 1872. HD 83.2

Lo que debe ser el maestro—Debe manifestarse gran cuidado en la elección del maestro para los niños. Los maestros de escuela deben ser hombres y mujeres que tengan una humilde opinión de sí mismos, que no estén llenos de vano engreimiento. Deben ser obreros fieles, llenos del verdadero espíritu misionero, obreros que han aprendido a poner su confianza en Dios y a trabajar en su nombre. Deben poseer los atributos del carácter de Cristo: la paciencia, la bondad, la misericordia y el amor; y en su vida diaria deben manifestar la justicia y la paz del Salvador. Entonces, trabajando con influencia fragante, darán evidencia de lo que la gracia puede hacer por los agentes humanos que ponen su confianza en Dios.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos, 142-143 (1913). HD 83.3