Hijas de Dios

96/132

La fuente de fortaleza para la madre

En Dios está la fuerza—Si la mujer mira hacia Dios para encontrar fuerza y consuelo, y realiza sus deberes diarios en el temor de Dios, ganará el respeto y la confianza de su esposo, y verá a sus hijos llegar a la madurez como hombres y mujeres honorables, que tienen la fuerza moral para hacer lo que es correcto. Sin embargo, aquellas madres que descuidan las oportunidades presentes y permiten que sus cargas y deberes recaigan sobre otros, tarde comprenderán que aún son responsables, y cosecharán con amargura lo que sembraron con descuido y negligencia. En esta vida no se juega al azar; la cosecha estará determinada por la clase de semilla que se ha sembrado.—The Signs of the Times, 9 de septiembre de 1886. HD 191.1

Jesús, el mejor amigo de las madres—Si las madres fueran a Jesús más frecuentemente, y si confiaran en él más plenamente, sus cargas se aliviarían y encontrarían descanso. Cristo conoce las cargas de cada madre; es su mejor amigo en cada emergencia. Su poderoso brazo las sostiene. El Salvador, cuya madre luchó con la pobreza y las privaciones, simpatiza con cada madre en su tarea y escucha sus fervientes oraciones. Ese Salvador que hizo un largo recorrido para aliviar el ansioso corazón de un mujer cananea, hará lo mismo con cada madre de hoy. Aquel que devolvió su único hijo a la viuda de Naín cuando lo llevaban a sepultarlo, es también hoy conmovido por el clamor de una madre enlutada. Quien lloró ante la sepultura de Lázaro; quien perdonó a María Magdalena; quien en la cruz recordó las necesidades de su madre y en la resurrección apareció a las mujeres que lloraban y las hizo sus mensajeras, es también el mejor amigo de la mujer de hoy; está listo para ayudarla si ella confía en él.—The Signs of the Times, 20 de agosto de 1902. HD 191.2