Hijos e Hijas de Dios

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Tengamos muchos amigos, 8 de junio

En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia. Proverbios 17:17. HHD 168.1

La simpatía es buena, si se la imparte con sabiduría, pero debe dársela juiciosamente, con el conocimiento de que el objeto de ella la merece. ¿Qué diremos de recibir consejo? “Trata tu causa con tu compañero y no descubras el secreto a otro. No sea que te deshonre el que lo oyere... manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, es el que reprende al sabio que tiene oído dócil”. Cuando podemos relacionarnos para ayudarnos a ir al cielo, cuando la conversación se explaya en las cosas divinas y celestiales, entonces vale la pena conversar; pero cuando se concentra en el yo y en las cosas terrenales y sin importancia, el silencio es oro. El oído obediente recibirá la reprensión con un espíritu susceptible de recibir enseñanza. Sólo entonces nuestra relación con los demás resultará beneficiosa, y cumplirá el propósito que Dios desea que lleve a cabo. Cuando se cumplen aspectos de la instrucción divina, el sabio reprensor cumple su deber, y el oído obediente escucha con un propósito definido y resulta beneficiado.—Carta 52, 1893. HHD 168.2

Toda relación que formamos, aunque limitada, ejerce alguna influencia sobre nosotros. El grado de nuestro sometimiento a esa influencia quedará determinado por el grado de intimidad, la constancia de la relación, y el amor y la veneración que nos inspire ese amigo.—The Signs of the Times, 7 de diciembre de 1882. HHD 168.3

Vuestra buena voluntad, vuestros actos abnegados, debieran favorecer no sólo a unos pocos, sino a todos aquellos con quienes os relacionáis. De este modo formaréis amistades queridas y duraderas; vuestros propios actos se reflejarán sobre vosotros mismos.—The Youth’s Instructor, 10 de noviembre de 1886. HHD 168.4