Hijos e Hijas de Dios

141/374

Frente a las autoridades, 19 de mayo

Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. Juan 18:36. HHD 148.1

Hoy hay en el mundo religioso multitudes que creen estar trabajando para el establecimiento del reino de Cristo como dominio temporal y terrenal. Desean hacer de nuestro Señor el Rey de los reinos de este mundo, el juez de sus tribunales y el jefe de sus ejércitos, de sus asambleas legislativas, sus palacios y plazas. Esperan que reine por medio de promulgaciones legales, impuestas por autoridad humana. Como Cristo no está aquí en persona, ellos mismos quieren obrar en su lugar ejecutando las leyes de su reino. El establecimiento de un reino tal es lo que los judíos deseaban en los días de Cristo. Habrían recibido a Jesús si él hubiese estado dispuesto a establecer un dominio temporal... Pero él dijo: “Mi reino no es de este mundo”. No quiso aceptar el trono terrenal. HHD 148.2

El gobierno bajo el cual Jesús vivía era corrompido y opresivo; por todos lados había abusos clamorosos: extorsión, intolerancia y crueldad abusiva. Sin embargo, el Salvador no intentó reformas civiles, no atacó los abusos nacionales, ni condenó a los enemigos nacionales. No intervino con la autoridad ni en la administración de los que estaban en el poder. El que era nuestro ejemplo se mantuvo alejado de los gobiernos terrenales. No porque fuese indiferente a los males de los hombres, sino porque el remedio no consistía en medidas simplemente humanas y externas. Para ser eficiente, la cura debía alcanzar a los hombres individualmente, y debía regenerar el corazón.—El Deseado de Todas las Gentes, 470. HHD 148.3