Hijos e Hijas de Dios

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Con Cristo en su trono, 30 de diciembre

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. Apocalipsis 3:21. HHD 373.1

En esas palabras se nos encomienda a cada uno una obra individual. Debemos hacer esfuerzos decididos para vencer como Cristo venció. A nadie se lo exime de librar esta batalla. Si queremos que las puertas de la santa ciudad se entreabran para nosotros, si anhelamos contemplar al Rey en su hermosura, debemos vencer ahora como Cristo venció... El dejó a un lado sus mantos reales, su autoridad suprema, sus riquezas, y por causa de nosotros se hizo pobre para que pudiésemos llegar a poseer una herencia inmortal. Hizo frente y venció al príncipe de las tinieblas para nuestro beneficio... HHD 373.2

La lección de dominio propio debería comenzar con el niño en los brazos de su madre. Debería enseñársele que su voluntad debe ser sometida a la de Dios... ¿Quiénes son esos niños confiados a nuestro cuidado? Los miembros más jóvenes de la familia del Señor. El dice: “Tomad a esos niños y educadlos ... para que sean pulidos a la manera de piedras de un palacio, preparados para brillar en los atrios de mi casa”. ¡Qué obra importante!... Recordad que el Creador del universo os ayudará en vuestra obra. Confiados en su fortaleza, y por su nombre, podréis conducir a vuestros niños de tal modo que lleguen a ser vencedores. Enseñadles a buscar poder en Dios. Decidles que él oye sus oraciones. Enseñadles a vencer con el bien el mal, a ejercer una influencia que eleve y ennoblezca. Conducidlos para que se unan con Dios, y entonces tendrán poder para resistir la más fuerte tentación. Entonces recibirán la recompensa dada al vencedor.—The Review and Herald, 9 de julio de 1901. HHD 373.3