Hijos e Hijas de Dios

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Nos llama a la cena de bodas, 15 de diciembre

Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Apocalipsis 19:9. HHD 358.1

El Señor Jesús está operando en los corazones humanos mediante la manifestación de su misericordia y gracia abundante. Está efectuando transformaciones tan sorprendentes que Satanás, con todos sus alardes de triunfo, con toda su confederación de impíos unidos contra Dios y las leyes de su gobierno, se queda observándolos al notar que se asemejan a un baluarte inexpugnable ante sus ardides y engaños. Constituyen para él un misterio incomprensible. Los ángeles de Dios, serafines y querubines, las potestades designadas para cooperar con los instrumentos humanos, contemplan con asombro y gozo el hecho de que los hombres caídos, anteriormente hijos de ira, gracias a la enseñanza de Cristo van desarrollando caracteres según la semejanza divina, para ser hijos e hijas de Dios, para desempeñar una parte importante en las actividades y goces del cielo. HHD 358.2

Cristo ha dado a su iglesia amplias facilidades para poder recibir una abundante recompensa de gloria de parte de la posesión que él ha adquirido y comprado. La iglesia, al estar dotada de la justicia de Cristo, es su receptáculo en el cual aparecerán en una manifestación plena y final los tesoros de su misericordia, su amor y su gracia. La declaración [de Jesús] en su oración intercesora, en el sentido de que el amor del Padre es tan grande hacia nosotros como hacia él, el Hijo unigénito, y que estaremos con él donde él esté, siendo para siempre uno con Cristo y el Padre, es algo que maravilla a la hueste celestial y constituye su gran gozo. El don del Espíritu Santo, rico pleno y abundante, debe ser para su iglesia como un muro de fuego que la circunda, contra el cual las potestades del infierno no prevalecerán.—Testimonios para los Ministros, 18, 19. HHD 358.3