Hijos e Hijas de Dios

201/374

Elías no se desanimó, 18 de julio

A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. 1 Reyes 18:44. HHD 208.1

Se nos presentan importantes lecciones en este incidente de Elías. Cuando estuvo en la cima del monte Carmelo y ofreció oración suplicando lluvia, su fe fue probada, pero perseveró en hacer conocer su pedido a Dios. Seis veces oró fervientemente, sin señal de que su petición fuera concedida, pero con una fe fuerte continuó suplicando al trono de la gracia. Si se hubiera desanimado la sexta vez, su oración no hubiera recibido respuesta, pero él perseveró hasta que llegó la contestación. Tenemos un Dios cuyo oído no está cerrado a nuestras peticiones; y si probamos su palabra, honrará nuestra fe. Desea que todos nuestros intereses estén entretejidos con los suyos, y entonces puede bendecirnos con toda seguridad; porque no nos adjudicaremos la gloria al recibir la bendición, sino que tributaremos toda la alabanza a Dios. Dios no siempre responde nuestras oraciones la primera vez que le pedimos algo, porque si lo hiciera, daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las bendiciones y favores que nos concede.—The Review and Herald, 27 de mayo de 1913. HHD 208.2

El siervo vigilaba mientras Elías oraba... Al investigar su corazón, se consideraba más disminuido, tanto en su propia estima como a la vista de Dios. Le parecía que él no era nada y que Dios lo era todo; y cuando llegó al punto de renunciar al yo, mientras se aferraba del Salvador como su única fortaleza y justicia, llegó la respuesta. El siervo apareció y dijo: “Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar”.—The Review and Herald, 26 de mayo de 1891. HHD 208.3