La Educación Cristiana

39/201

Capítulo 14—Nuestros hijos y jóvenes exigen nuestro cuidado

Ha sido por completo demasiado escasa la atención prestada a nuestros niños y jóvenes, y ellos no han alcanzado a desarrollarse como debieran en la vida cristiana, porque los miembros de la iglesia no los han considerado con ternura y simpatía, deseando que progresasen en la vida divina. ECR 115.1

En nuestras iglesias grandes podría haberse hecho muchísimo para los jóvenes. ¿Recibirán ellos menos labor especial; se les ofrecerán menos incentivos a llegar a ser cristianos adultos—hombres y mujeres en Cristo Jesús—de lo que se les ofrece en las denominaciones que abandonaron por amor a la verdad? ¿Se les dejará ir al garete, de aquí para allá, desalentarse y caer en las tentaciones que asechan por doquiera para entrampar sus pies incautos? Si ellos yerran, y pierden la firmeza de su integridad, ¿habrán de censurarlos, criticarlos y exagerar sus fracasos los miembros de la iglesia que fueron descuidados en cuidar a los corderos? ¿Se habla de sus faltas y se las expone a otros, mientras se los abandona en el desaliento y la desesperación? ECR 115.2

La obra que más de cerca les toca a los miembros de nuestras iglesias es interesarse por sus jóvenes, porque necesitan bondad, paciencia, ternura, renglón sobre renglón, precepto sobre precepto. ¡Oh! ¿dónde están los padres y las madres de Israel? Debería haber muchos dispensadores de la gracia de Cristo, para que se sintiera no solamente un interés casual por los jóvenes, sino un interés especial. Debiera haber personas cuyo corazón se conmoviese por la condición lastimera en la cual están colocados nuestros jóvenes, y comprendiesen que Satanás está obrando por todo medio concebible para atraerlos a su red. ECR 115.3

Dios requiere que su iglesia despierte de su letargo, y vea la clase de servicio que se le exige en este tiempo de peligro. Debe apacentar los corderos del rebaño. El Señor del cielo está mirando para ver quién hace la obra que él quisiera ver hecha en favor de los niños y jóvenes. Los ojos de nuestros hermanos y hermanas deberían ser ungidos con colirio celestial a fin de que pudieran discernir las necesidades del momento. Debemos despertarnos para ver lo que es necesario hacer en la viña espiritual de Cristo, e ir a trabajar. ECR 115.4