La Educación Cristiana

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Elementos de éxito

En la obra de reforma, maestros y alumnos debieran cooperar, y trabajar cada uno con el mejor interés de hacer de nuestras escuelas algo que Dios pueda aprobar. La unidad de acción es necesaria para el éxito. Un ejército en batalla se vería confundido y derrotado si cada soldado entrara en acción de acuerdo con sus propios impulsos en lugar de hacerlo en armonía, bajo la dirección de un general competente. Los soldados de Cristo deben también obrar en armonía. Unas cuantas almas convertidas, unidas por un gran propósito bajo la dirección de una cabeza, obtendrán victorias en cada encuentro. ECR 99.3

Si existe desunión entre los que profesan creer la verdad, el mundo llegará a la conclusión de que este pueblo no puede ser de Dios porque el uno obra en contra del otro. Cuando seamos uno con Cristo, seremos unidos entre nosotros. Los que no están en el yugo con Cristo siempre tiran para el lado opuesto. Poseen un temperamento que pertenece a la naturaleza carnal del hombre, y a la menor excusa, su ira se despierta para oponerse a la pasión ajena. Esto produce choques; y en las reuniones de comisión, en las reuniones de junta y en las asambleas públicas, se oyen voces ruidosas que se oponen a los métodos de reforma. ECR 100.1

La obediencia a cada palabra de Dios es otra de las condiciones del éxito. Las victorias no se obtienen por ceremonias u ostentación sino por la sencilla obediencia al supremo General: Jehová, Dios de los cielos. El que confía en este Jefe, jamás sabrá lo que es derrota. La derrota proviene de depender de los métodos humanos, de las invenciones humanas, relegando lo divino a un segundo lugar. La obediencia fué la lección que el Capitán de las huestes del Señor trató de enseñar a los vastos ejércitos de Israel; obediencia a cosas en que ellos no podían ver éxito. Cuando se preste obediencia a la voz de nuestro Jefe, Cristo dirigirá sus batallas en forma que ha de sorprender a los mayores poderes de la tierra. ECR 100.2

Somos soldados de Cristo y se espera de los que se alisten en su ejército que lleven a efecto trabajo dificultoso, trabajo que exigirá el máximo de sus energías. Debemos comprender que la vida de un soldado es una vida de lucha agresiva, de perseverancia y de aguante. Por Cristo, hemos de soportar pruebas. No estamos empeñados en batallas simuladas. Tenemos que hacer frente a los adversarios más poderosos, por cuanto “no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires”. Efesios 6:12. Tenemos que encontrar nuestra fortaleza precisamente donde la hallaron los primeros discípulos: “Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. “Y como hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza. Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía; mas todas las cosas les eran comunes”. Hechos 1:14; 4:31, 32.—Testimonies for the Church 6:137-140. ECR 100.3