La Educación Cristiana

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Una época desgraciada

Estamos viviendo en una época desgraciada para los jóvenes. La influencia que prevalece en la sociedad favorece el dejarlos seguir la inclinación natural de sus propias mentes. Si sus hijos tienen mala conducta, los padres se consuelan pensando que cuando sean mayores y razonen por su cuenta, dejarán sus malos hábitos y llegarán a ser hombres y mujeres útiles. ¡Qué error! Durante años permiten a un enemigo que siembre malos hábitos en el jardín del corazón, y dejan que crezcan y se fortalezcan, no discerniendo, aparentemente, los peligros ocultos y el terrible fin de la senda que les parece ser el camino de la felicidad. En muchos casos, toda la labor que se haga más tarde en favor de estos jóvenes, no servirá de nada. ECR 357.3

En la generalidad de los que profesan ser cristianos, la norma de la piedad es baja, y es difícil para los jóvenes resistir a las influencias mundanales estimuladas por muchos miembros de la iglesia. La mayoría de los cristianos nominales, aunque profesan vivir para Cristo, están realmente viviendo para el mundo. No disciernen la excelencia de las cosas celestiales, y por lo tanto no pueden amarlas de veras. Muchos profesan ser cristianos porque consideran honorable el cristianismo. No disciernen que el verdadero cristianismo significa llevar la cruz, y su religión tiene poca influencia para impedirles tomar parte en los placeres mundanos. ECR 358.1

Algunos pueden entrar en el salón de bailes y participar de todas las diversiones que proporciona. Otros no pueden ir hasta allí, pero pueden asistir a fiestas de placer, picnics, espectáculos y otros lugares de diversión mundanal; y el ojo más avizor no alcanza a discernir diferencia alguna entre su apariencia y la de los incrédulos. ECR 358.2