La Educación

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La prueba de Job

Para los que aman a Dios, “a los que conforme a sus propósitos son llamados”17, la biografía bíblica presenta una lección aún mayor basada en el ministerio del dolor. “Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová”18, testigos de que él es bueno, y que su bondad es suprema. “Pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres”19. ED 137.5

El altruismo, principio básico del reino de Dios, concita el odio de Satanás, que niega hasta su misma existencia. Desde el comienzo del gran conflicto ha tratado de demostrar que los principios que constituyen el fundamento de la actividad divina son egoístas, y califica del mismo modo a todos los que sirven a Dios. La obra de Cristo y la de todos los que llevan su nombre consiste en refutar las acusaciones de Satanás. ED 137.6

Jesús vino en forma humana para ofrecer en su propia vida un ejemplo de altruismo. Y todos los que aceptan este principio necesitan ser colaboradores con él y demostrarlo en la vida práctica. Escoger la justicia por la justicia misma; ponerse de parte de la verdad aunque cueste sufrimiento y sacrificio, “esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dice Jehová”20. ED 137.7

Casi al principio de la historia de este mundo se desarrolló la vida de alguien que fue víctima de esta contienda de Satanás. ED 138.1

De Job, el patriarca de Uz, el testimonio del Escudriñador de corazones fue: “No hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”21. ED 138.2

Satanás pronunció una despectiva acusación contra este hombre: “¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has rodeado de tu protección a él y a su casa y a todo lo que tiene?[...] Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene”, “su hueso y su carne y verás sino blasfema contra ti en tu misma presencia”22. ED 138.3

El Señor dijo a Satanás: “He aquí todo lo que tiene está en tu mano”23. “He aquí él está en tu mano, mas guarda su vida”24. ED 138.4

Después de obtener permiso, Satanás quitó a Job todo lo que poseía: ganados, rebaños, siervos, siervas, hijos e hijas, e “hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”25. ED 138.5

Luego se añadió otro ingrediente amargo a su copa. Sus amigos, que consideraban la adversidad como una retribución del pecado, afligieron con sus acusaciones su espíritu herido y abrumado. ED 138.6

Aparentemente abandonado por el cielo y por la tierra, pero con fe firme en Dios y consciente de su integridad, clamó con angustia y perplejidad: ED 138.7

“¡Mi alma está hastiada de mi vida!”
“¡Ojalá me escondieras en el seol,
me ocultaras hasta apaciguarse tu ira!
¡Ojalá me pusieras plazo para acordarte de mí!”
“Yo grito: “¡Agravio!”, pero no se me oye;
doy voces, pero no se me hace justicia [...].
Me ha despojado de mi gloria
y ha quitado la corona de mi cabeza [...].
Mis parientes se detienen;
mis conocidos me olvidan [...].
Los que yo amo se vuelven contra mí [...].
Vosotros, mis amigos, tened compasión de mí!
¡Tened compasión de mí, porque la mano
de Dios me ha tocado!”
“¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios!
Yo iría hasta su morada [...].
Si me dirijo al oriente, no lo encuentro; si al occidente, no lo descubro.
Si él muestra su poder en el norte, yo no lo veo;
ni tampoco lo veo si se oculta en el sur.
Mas él conoce mi camino: si me prueba,
saldré como el oro”.
“Aunque él me mate, en él esperaré”.
“Pero yo sé que mi Redentor vive,
y que al fin se levantará sobre el polvo,
y que después de deshecha esta mi piel,
en mi carne he de ver a Dios.
Lo veré por mí mismo; mis ojos lo verán,
no los de otro”26.
ED 138.8

Job fue tratado en conformidad con su fe. “Me probará—dijo—, y saldré como oro”27. Así ocurrió. Por medio de su paciente resistencia vindicó su propio carácter, y de ese modo el carácter de Aquel de quién era representante. Y “quitó Jehová la aflicción de Job [...] y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job [...] y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero”28. ED 139.1

Entre los que por su abnegación han compartido los sufrimientos de Cristo, figuran los nombres de Jonatán y de Juan el Bautista, uno en el Antiguo Testamento y otro en el Nuevo. ED 139.2

Jonatán, que por nacimiento era heredero del trono, sabía que había sido privado de él por decreto divino; sin embargo, fue el más tierno y fiel amigo de David, su rival, y lo protegió a riesgo de su vida; fue fiel a su padre durante los días sombríos de la decadencia de su poder, y cayó al fin a su lado. El nombre de Jonatán está registrado en el cielo, y en la tierra es un testigo de la existencia y el poder del amor abnegado. ED 139.3

Cuando Juan el Bautista apareció como heraldo del Mesías, conmovió a la nación. Grandes multitudes constituidas por toda clase de personas seguían sus pasos de un lugar a otro. Pero todo cambió cuando llegó Aquel de quien había dado testimonio. Las multitudes siguieron a Jesús, y el trabajo de Juan pareció llegar a su fin. Sin embargo, su fe no vaciló. “Es necesario que él crezca—dijo—, pero que yo mengüe”29. ED 139.4

Transcurrió el tiempo y no se estableció el reino que Juan había esperado confiadamente. En la celda donde lo arrojó Herodes, privado del aire vivificador y de la libertad del desierto, esperó y veló. No hubo despliegue de armas ni se hicieron pedazos las puertas de la prisión, pero la curación de los enfermos, la predicación del evangelio, la elevación de las almas de los hombres, dieron testimonio de la misión de Cristo. ED 139.5

Solo en la celda, al ver a qué fin semejante al de su Maestro lo conducía su senda, Juan aceptó su destino: la comunión con Cristo en los padecimientos. Los mensajeros celestiales lo acompañaron hasta el sepulcro. Los seres del universo, caídos y no caídos, fueron testigos de la reivindicación de su servicio abnegado. ED 140.1

Y en todas las generaciones que han surgido desde entonces, las almas dolientes han sido consoladas por el testimonio de la vida de Juan. En la cárcel, en el cadalso, en la hoguera, los hombres y mujeres han sido fortalecidos a través de los siglos de tinieblas, por el recuerdo de aquel de quien Cristo declaró: “Entre los que nacen de mujer, no se ha levantado otro mayor”30. “¿Y qué más digo? El tiempo me faltaría para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas. Todos ellos, por fe, conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. ED 140.2

“Hubo mujeres que recobraron con vida a sus muertos;
pero otros fueron atormentados, no aceptando el rescate,
a fin de obtener mejor resurrección.
Otros experimentaron oprobios, azotes y,
a más de esto, prisiones y cárceles.
“Fueron apedreados, aserrados,
puestos a prueba, muertos a filo de espada.
Anduvieron de acá para allá
cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,
pobres, angustiados, maltratados.
Estos hombres, de los cuales el mundo no era digno,
anduvieron errantes por los desiertos,
por los montes, por las cuevas
y por las cavernas de la tierra.
“Pero ninguno de ellos, aunque alcanzaron
buen testimonio mediante la fe,
recibió lo prometido, porque Dios
tenía reservado algo mejor para nosotros,
para que no fueran ellos perfeccionados
aparte de nosotros”31.
ED 140.3