La Educación

88/91

Su amor no se enfría

El Maestro divino soporta a los que yerran, a pesar de toda la perversidad de ellos. Su amor no se enfría; sus esfuerzos para conquistarlos no cesan. Espera con los brazos abiertos para dar repetidas veces la bienvenida al extraviado, al rebelde y hasta al apóstata. Su corazón se conmueve con la impotencia del niñito sujeto a un trato rudo. Jamás llega en vano a su oído el clamor del sufrimiento humano. Aunque todos son preciosos a su vista, los caracteres toscos, sombríos, testarudos, atraen más fuertemente su amor y misericordia, porque va de la causa al efecto. Aquel que es tentado con más facilidad y su inclinación a errar es mayor, es objeto especial de su solicitud. ED 265.1

Todo padre y maestro debe atesorar los atributos de Aquel que hace suya la causa de los afligidos, dolientes y tentados. Tiene que ser “paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad”6. Jesús nos trata mucho mejor de lo que merecemos, y así como nos ha tratado, nosotros hemos de tratar a los demás. No se justifica el proceder de ningún padre o maestro, a menos que sea semejante al que seguiría el Salvador en circunstancias semejantes. ED 265.2