La Educación

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Capítulo 22—La temperancia y el régimen alimentario

“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene”. 1 Corintios 9:25.

Todo estudiante necesita comprender la relación que existe entre la vida sencilla y el pensamiento elevado. A nosotros nos toca decidir individualmente si nuestras vidas han de ser regidas por la mente o por el cuerpo. Todo joven por sí mismo debe tomar la decisión que amoldará su vida, y no se deberían ahorrar energías para hacerlo comprender las fuerzas contra las cuales tendrá que contender, y las influencias que modelan el carácter y determinan el destino. ED 183.1

La intemperancia es un enemigo contra el cual debemos precavernos todos. El rápido aumento de este terrible mal debe mover a la lucha a todo el que ama al género humano. La costumbre de dar instrucción en cuanto a temas de temperancia en las escuelas, es un paso que se está dando en la buena dirección. Ha de practicarse esa costumbre en todas las escuelas y todos los hogares. Los jóvenes y los niños deben saber que el alcohol, el tabaco y otros venenos similares provocan la ruina del cuerpo, el entorpecimiento de la mente y la corrupción del alma. Debe explicarse que cualquiera que use esas cosas con el paso del tiempo perderá toda la fuerza de sus facultades físicas, mentales o morales. ED 183.2

Pero, a fin de descubrir la raíz de la intemperancia, debemos ir más allá del uso del alcohol o el tabaco. La ociosidad, la falta de ideales, las malas compañías, pueden ser las causas que predisponen a la intemperancia. A menudo se las halla en la mesa del hogar de las familias que se consideran estrictamente temperantes. Todo lo que perjudique la digestión, que provoque una estimulación mental anormal, o que de cualquier modo debilite el organismo y perturbe el equilibrio de las facultades mentales y físicas, disminuye el dominio de la mente sobre el cuerpo y tiende a fomentar la intemperancia. Si se buscara el motivo de la caída de más de un joven promisorio, se llegaría a apetitos anormales creados por un régimen alimentario inadecuado. ED 184.1

El té, el café, los condimentos, los dulces y las tortas, son causas activas de indigestión. La carne también es perjudicial. Su efecto naturalmente excitante debe ser argumento suficiente contra su consumo; y el hecho de que los animales estén casi universalmente enfermos la hace dos veces reprobable. Tiende a irritar los nervios y estimular las pasiones, de modo que predominan las tendencias más bajas. ED 184.2

Los que se acostumbran a un régimen alimentario muy sazonado y estimulante, descubren al cabo de un tiempo que el estómago no se satisface con alimentos sencillos. Exige comidas cada vez más condimentadas, picantes y excitantes. A medida que los nervios se perturban y el organismo se debilita, la voluntad parece impotente para resistir al apetito pervertido. La delicada membrana del estómago se irrita de tal modo que no la alivia ni el alimento más excitante. Se siente una sed que tan solo una bebida fuerte puede calmar. ED 184.3

Es el comienzo del mal lo que debe evitarse. Al instruir a los jóvenes tiene que explicarse el efecto que trae el apartarse de lo recto, por poco que parezca. Debe enseñarse al estudiante el valor que tiene un régimen alimentario sencillo y saludable para impedir el deseo de estimulantes artificiales. Establézcase desde los primeros años el hábito del dominio propio. Infundir en los jóvenes el pensamiento de que deben ser amos y no esclavos. Dios los ha hecho reyes del reino que hay dentro de ellos y han de tomar posesión del trono asignado por el cielo. Si se da fielmente esta instrucción, los buenos resultados se extenderán más allá de los jóvenes mismos. La influencia ejercida salvará a miles de hombres y mujeres que están al borde mismo de la ruina. ED 184.4