Cada Día con Dios

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Contrición, confesión y cooperación, 21 de marzo

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1 Juan 1:9. CDCD 87.1

Vendrán las tentaciones del enemigo; pero, ¿le daremos la ventaja de quebrantar todas las barreras al ceder aunque sea en una jota a los más estrictos principios de integridad? Si cedemos en lo más mínimo, lanzará sobre nosotros una tentación tras otra, hasta que vayamos directamente en contra de las claras afirmaciones de la Palabra de Dios, para seguir los planes y hacer la voluntad de Satanás. Este y su confederación de ángeles malignos están siempre alerta para ver por qué medios pueden engañar y arruinar a las almas que se han enrolado bajo la bandera ensangrentada del Príncipe Emanuel. Corrieron bien por un tiempo, probaron y vieron que el Señor es bueno; pero cuando cayeron en el pecado anduvieron en tinieblas. Cuando cayeron en tentación deben de haber dejado de mirar a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe. Pero al confesar sus pecados, crean que la Palabra de Dios no falla, sino que el que ha prometido es fiel. Es tanto su deber creer que Dios cumple su palabra y perdona sus pecados, como confesarlos. Deben ejercer fe en Dios puesto que hará exactamente lo que ha prometido en su Palabra, y perdonará todas sus transgresiones. CDCD 87.2

¿Cómo podemos saber verdaderamente que el Señor es nuestro Redentor, que perdona nuestros pecados, y comprobar que dispone de santidad, gracia y amor en nuestro beneficio? ¡Oh, debemos creer sin reservas en su Palabra, con espíritu contrito y obediente! No hay necesidad de que andemos contristados y arrepintiéndonos siempre, como si anduviéramos bajo una nube de constante condenación. Crea en la Palabra de Dios, mire constantemente a Jesús, medite en sus virtudes y su misericordia, y surgirá en su corazón un odio incontenible hacia el mal. Se contará entre los que tienen hambre y sed de justicia. Mientras más de cerca examinemos a Jesús, más claramente veremos nuestros propios defectos de carácter. CDCD 87.3

Al ver nuestras faltas, confesémoslas a Jesús, y con el alma verdaderamente contrita cooperaremos con el poder divino del Espíritu Santo para vencer todo mal. Si confesamos nuestros pecados, debemos creer que son perdonados, porque la promesa es positiva.—The Review and Herald, 21 de marzo de 1912. CDCD 87.4