Cada Día con Dios

253/367

Para que tu fe no falte, 8 de septiembre

En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán los mansos, y se alegrarán. Salmos 34:2. CDCD 258.1

Cuando ustedes trabajan por la salvación de las almas y los pecadores se convencen de sus pecados y ustedes tienen evidencias de que Cristo se ha compadecido de ellos, que ha surgido una nueva esperanza en sus corazones, no es correcto decir: “Oramos por él, entregó su corazón a Dios y se salvó”. Esto es engañoso. Tienen el privilegio de decir solemne, seria y alegremente: “Creo que Jesucristo le ha perdonado sus pecados”. Animen a cada alma a albergar esperanza y fe, pero jamás... digan de nadie: “Es salvo”... CDCD 258.2

Debemos ejercer una paciencia tierna y piadosa por los que yerran, para traer de vuelta a la oveja descarriada. Tenemos un ejemplo de esto en la forma como trató Cristo a Pedro cuando negó a su Señor con maldiciones y juramentos. Pedro creía que era fuerte. Dijo: “Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? Mi vida pondré por ti”. Juan 13:37. Pero Jesús le contestó: “De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces”. Marcos 14:30. Pero Pedro “con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré”. Vers. 31. CDCD 258.3

No es prudente vanagloriarse. Pedro cayó porque ignoraba su propia debilidad... CDCD 258.4

El Señor le dijo a Pedro: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Lucas 22:31, 32. CDCD 258.5

Si se le hubiera permitido a Satanás que hiciera las cosas a su manera, no habría habido esperanza para Pedro. Su fe habría naufragado por completo. Si Pedro hubiera procurado la ayuda divina con fervor y humildad, si hubiera estado escudriñando su propio corazón sin que nadie lo supiera, no habría sido zarandeado ni probado. Satanás no puede vencer al que humildemente aprende de Cristo y camina con oración delante del Señor. “Porque vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera”, en favor de él y contra el enemigo. Isaías 59:19. Cristo se interpone como refugio, como lugar de retiro, y el enemigo no lo puede vencer.—Manuscrito 109, del 8 de septiembre de 1898, “La caída y la restauración de Pedro”. CDCD 258.6