Cada Día con Dios

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Todo lo que necesitamos, 11 de enero

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5. CDCD 17.1

Si hemos de ser colaboradores con Dios, debemos tener comunión directa con él; debemos solicitar su dirección en todo lo que emprendamos... Pero cuán pocos saben lo que significa tener comunión con Dios. Con cuánta facilidad depositan algunos la responsabilidad de sus deberes en los demás, y les piden que les digan lo que tienen que hacer. A ellos les decimos: “Tenéis que conocer vuestros deberes por indicación directa de Dios”. Muchos han dependido de tal manera de sus semejantes que no tienen una experiencia personal. Se dejan arrastrar como un bote por un navío. CDCD 17.2

Todos deben ver y comprender por sí mismos cuáles son sus deberes, después de solicitar sabiduría a Dios. A él solamente se le puede encomendar la protección del alma. Si acuden a Dios con fe, les revelará personalmente sus misterios. Se pueden sentar en lugares celestiales con Cristo. Podemos comprender individualmente cuál es la voluntad de Dios. Podemos saber por nosotros mismos qué quiere que hagamos. Porque nos dirigirá si nos disponemos a consagrarnos y a ser humildes de corazón delante de él. A menudo nuestros corazones arderán dentro de nosotros cuando Alguien se acerque para comulgar con nosotros como lo hizo con Enoc. “¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?”. Job 38:2. Necesitamos al que es la luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. CDCD 17.3

Se debe hacer una obra que se ha descuidado inexplicablemente. Debemos dar testimonio de la luz. Podemos hacerlo, bajo la dirección del Espíritu Santo, mediante un lenguaje puro, refinado, sencillo y claro como la corriente cristalina. Muchas nubes y tinieblas se agolpan sobre nosotros. Sometan a Dios su yo, ese yo de cada cual, para que puedan ser purificados, limpiados y santificados, a fin de que reciban el poder de difundir luz en medio de las tinieblas de un mundo que ama el pecado. CDCD 17.4

El Espíritu Santo colabora con los instrumentos humanos que lo reconocen y cooperan con él, a fin de presentar a Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. ¿No sufrió Jesús acaso por la redención del mundo?—Carta 55, del 11 de enero de 1897, a “Mis hermanos que se van a reunir en el congreso de la Asociación General”. CDCD 17.5