Consejos para la Iglesia

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Capítulo 15—El Espíritu Santo

Es privilegio de todo cristiano no sólo esperar sino apresurar la venida de nuestro Señor Jesucristo. Si todos los que profesan su nombre llevasen frutos para su gloria, ¡cuán prestamente quedaría sembrada en el mundo la semilla del Evangelio! La última mies maduraría rápidamente, y Cristo vendría para recoger el precioso grano. CPI 175.1

Mis hermanos y hermanas, orad por el Espíritu Santo. Dios respalda toda promesa que ha hecho. Con la Biblia en la mano, decid: “He hecho como tú dijiste. Presento tu promesa: ‘Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad, y se os abrirá’”. Cristo declara: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo”. Mateo 7:7; Marcos 11:24; Juan 14:13. CPI 175.2

Cristo envía sus mensajeros a toda parte de su dominio para comunicar su voluntad a sus siervos. El anda en medio de sus iglesias. Desea santificar, elevar y ennoblecer a quienes le siguen. La influencia de los que creen en él será en el mundo un sabor de vida para vida. Cristo tiene las estrellas en su diestra, y es su propósito dejar brillar por intermedio de ellas su luz para el mundo. Así desea preparar a su pueblo para un servicio más elevado en la iglesia celestial. Nos ha confiado una gran obra. Hagámosla fielmente. Demostremos en nuestra vida lo que la gracia divina puede hacer por la humanidad.1 CPI 175.3