Consejos para la Iglesia

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La formación de un carácter semejante al de Cristo

La religión de Cristo no degrada nunca al que la recibe; nunca lo hace burdo ni tosco, descortés ni engreído, apasionado ni duro de corazón. Por el contrario, refina el gusto, santifica el juicio, purifica y ennoblece los pensamientos, poniéndolos en sujeción a Cristo. El ideal de Dios para sus hijos es más elevado de lo que puede alcanzar el más sublime pensamiento humano. El ha dado en su santa ley un trasunto de su carácter. CPI 140.1

El ideal del carácter cristiano es asemejarse a Cristo. Con esto se abre ante nosotros una senda de progreso constante. Tenemos un objeto que conquistar, una norma que alcanzar, que incluye todo lo bueno, lo puro, lo noble y lo elevado. Debe haber una lucha continua y un progreso constante hacia adelante y hacia arriba, hacia la perfección del carácter. CPI 140.2

Seremos individualmente, para este tiempo y para la eternidad, lo que nos hagan nuestros hábitos. La vida de los que adquieren los debidos hábitos y son fieles en el cumplimiento de todo deber, será como luz resplandeciente que derrame sus rayos brillantes sobre las sendas ajenas; pero si nos permitimos tener hábitos de infidelidad, si consentimos que se fortalezcan los hábitos de molicie, indolencia y negligencia, una nube más sombría que la medianoche se asentará sobre las perspectivas de esta vida, y privará para siempre al individuo de la vida futura.2 CPI 140.3

Bienaventurado es aquel que escucha las palabras de vida eterna. Guiado por “el Espíritu de verdad”, será conducido a toda verdad. No será honrado, amado y alabado por el mundo; pero será precioso a la vista del Cielo. “Mirad cual amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoce a él”. 1 Juan 3:1.3 CPI 140.4