Consejos para la Iglesia

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Vestíos de manera que Dios sea el objeto del pensamiento

Debe enseñarse a todos a ser aseados, limpios y ordenados en su indumentaria, pero sin dedicarse a los adornos exteriores que son completamente impropios para el santuario. No debe haber ostentación de trajes, porque esto estimula la irreverencia. Con frecuencia la atención de la gente queda atraída por esta o aquella hermosa prenda, y así se infiltran pensamientos que no debieran tener cabida en el corazón de los adoradores. Dios ha de ser el tema del pensamiento y el objeto del culto; y cualquier cosa que distraiga la mente del servicio solemne y sagrado le ofende. CPI 457.3

En todos los asuntos de la indumentaria, debemos ser estrictamente cuidadosos y seguir muy de cerca las reglas bíblicas. La moda ha sido la diosa que ha regido el mundo, y con frecuencia se insinúa en la iglesia. La iglesia debe hacer de la Palabra de Dios su norma y los padres deben pensar inteligentemente acerca de este asunto. Cuando ven a sus hijos inclinarse a seguir las normas mundanas, deben, como Abrahán, ordenar resueltamente a su casa tras sí. En vez de unirlos con el mundo, relacionadlos con Dios. Nadie deshonre el santuario de Dios por un atavío ostentoso. Dios y los ángeles están allí. El Santo de Israel ha hablado por medio de su apóstol: “Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino en el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios”. 1 Pedro 3:3, 4.10 CPI 458.1