Consejos para la Iglesia

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Los esposos han de ser considerados

Los maridos deben ser cuidadosos, atentos, constantes, fieles y compasivos. Deben manifestar amor y simpatía. Si cumplen las palabras de Cristo, su amor no será del carácter bajo, terrenal ni sensual que los llevaría a destruir su propio cuerpo y a acarrear debilidad y enfermedad a sus esposas. No se entregarán a la complacencia de las pasiones bajas mientras repitan constantemente a sus esposas que deben estarles sujetas en todo. Cuando el marido tenga la nobleza de carácter, la pureza de corazón y la elevación mental que debe poseer todo cristiano verdadero, lo manifestará en la relación matrimonial. Si tiene el sentir de Cristo, no será destructor del cuerpo, sino que estará henchido de amor tierno y procurará alcanzar al más alto ideal en Cristo. CPI 241.4

Ningún hombre puede amar de veras a su esposa cuando ella se somete pacientemente a ser su esclava para satisfacer sus pasiones depravadas. En su sumisión pasiva, ella pierde el valor que una vez él le atribuyó. La ve envilecida y rebajada, y pronto sospecha que se sometería con igual humildad a ser degradada por otro que no sea él mismo. Duda de su constancia y pureza, se cansa de ella y busca nuevos objetos que despierten e intensifiquen sus pasiones infernales. No tiene consideración con la ley de Dios. Estos hombres son peores que los brutos; son demonios en forma humana. No conocen los principios elevadores y ennoblecedores del amor verdadero y santificado. CPI 242.1

La esposa también llega a sentir celos del esposo y sospecha que, si tuviese oportunidad, dirigiría sus atenciones a otra persona con tanta facilidad como a ella. Ella ve que no se rige por la conciencia ni el temor de Dios; todas estas barreras santificadas son derribadas por las pasiones concupiscentes; todas las cualidades del esposo que le asemejarían a Dios son sujetas a la concupiscencia brutal y vil. CPI 242.2