Joyas de los Testimonios 1

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La parábola de los talentos

Cada uno es mayordomo de Dios. A cada uno confió el Maestro sus recursos; pero el hombre afirma que estos recursos son suyos. Cristo dice: “Negociad entre tanto que vengo.” Lucas 19:13. Está acercándose el tiempo en que Cristo requerirá lo suyo con interés. El dirá a cada uno de sus mayordomos: “Da cuenta de tu mayordomía.” Los que han ocultado el dinero de su señor en un pañuelo, enterrándolo en la tierra, en vez de confiarlo a los banqueros, y los que han despilfarrado el dinero de su Señor gastándolo en cosas innecesarias en vez de ponerlo a interés invirtiéndolo en su causa, no recibirán la aprobación del Maestro, sino una condenación decidida. El siervo inútil de la parábola le presentó el talento a Dios y dijo: “Te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste; y tuve miedo, y fuí, y escondí tu talento en la tierra: he aquí tienes lo que es tuyo.” Mateo 25:24, 25. Su Señor toma nota de sus palabras y declara: “Malo y negligente siervo, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí; por tanto te convenía dar mi dinero a los banqueros, y viniendo yo, hubiera recibido lo que es mío con usura.” Vers. 26, 27. 1JT 364.2

Este siervo inútil no ignoraba los planes de Dios, pero se propuso firmemente estorbar el propósito de Dios, y luego le acusó de injusticia al exigir el rédito de los talentos que se le habían confiado. Esta misma queja y murmuración la formula una clase numerosa de hombres pudientes que profesan creer la verdad. Como el siervo infiel, temen que se les exija el interés del talento que Dios les prestó, para adelantar la difusión de la verdad; por lo tanto, lo inmovilizan invirtiéndolo en tesoros terrenales y sepultándolo en el mundo, y lo aseguran de tal manera que no tienen nada o casi nada para invertir en la causa de Dios. Lo han enterrado, temiendo que Dios exigiese parte del capital o del interés. Cuando, al exigírsela su Señor, traen la cantidad que les fué dada, aducen ingratas excusas por no haber confiado a los banqueros e invertido en la causa de Dios, para ejecutar su obra, los recursos que el Señor les había prestado. 1JT 365.1

El que desfalca los bienes de su Señor no sólo pierde el talento que Dios le prestó, sino también la vida eterna. De él se dice: “Al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera.” Vers. 30. El siervo fiel, que invierte su dinero en la causa de Dios para salvar almas, emplea sus recursos para gloria de Dios y recibirá el elogio del Maestro: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor.” Vers. 21. ¿Cuál será el gozo de nuestro Señor? Será el gozo de ver almas salvadas en el reino de gloria. “El cual, habiéndole sido propuesto gozo, sufrió la cruz, menospreciando la vergüenza, y sentóse a la diestra del trono de Dios.” Hebreos 12:2. 1JT 365.2

La idea de que son administradores debe tener una influencia práctica sobre todos los hijos de Dios. La parábola de los talentos, debidamente comprendida, desterrará la avaricia, a la que Dios llama idolatría. La benevolencia práctica dará vida espiritual a millares de los que nominalmente profesan la verdad, pero que actualmente lamentan las tinieblas que los circundan. Los transformará de egoístas y codiciosos adoradores de Mammón, en fervientes y fieles colaboradores de Cristo en la salvación de los pecadores. 1JT 366.1