Joyas de los Testimonios 1

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Las reuniones de Testimonios y de oración*

Recibí hace poco una carta de un hermano a quien respeto en gran manera, en la cual me preguntaba cómo deben dirigirse las reuniones. Deseaba saber si se deben ofrecer muchas oraciones en sucesión, y luego descansar unos momentos, y hacerse otra vez unas cuantas oraciones. 1JT 270.1

Por la luz que he recibido al respecto, he decidido que Dios no exige que, cuando nosotros nos reunimos para rendirle culto, hagamos tediosos y cansadores estos momentos, permaneciendo de rodillas largo tiempo, escuchando varias largas oraciones. Aquellos cuya salud es débil no pueden soportar este recargo sin agotarse y cansarse hasta el extremo. El cuerpo se cansa al permanecer postrado demasiado tiempo; y lo peor es que la mente se cansa de tal manera por el ejercicio continuo de la oración, que no se obtiene ningún refrigerio espiritual y el tiempo pasado en las reuniones está más que perdido. Los asistentes se cansan mental y físicamente, y no obtienen fortaleza espiritual. 1JT 270.2

Las reuniones para el público y las de oración no deben ser tediosas. Si es posible, todos deben llegar puntualmente a la hora señalada; y a los morosos que lleguen con media hora o quince minutos de atraso no se los debe esperar. Aun cuando no haya más de dos presentes, ellos pueden pedir el cumplimiento de la promesa. La reunión debe iniciarse a la hora señalada, si es posible, sean pocos o muchos los presentes. Debe, ponerse a un lado la formalidad y la fría rigidez, y todos deben cumplir puntualmente con su deber. En las ocasiones comunes, no debe hacerse oración durante más de diez minutos. Después que ha habido un cambio de posición y el ejercicio del canto o de la exhortación ha aliviado la monotonía, entonces si algunos se sienten inducidos a hacerlo, permítaseles orar. 1JT 270.3