Joyas de los Testimonios 1

137/325

Una súplica personal

Le ruego, hermano mío, que escudriñe su corazón con diligencia y pregunte: “¿En qué camino viajo? ¿Adónde me llevará?” Puede regocijarse porque su existencia no fué cortada mientras no tenía esperanza segura de vida eterna. Dios no permita que descuide por más tiempo esta obra y perezca en sus pecados. No halague su alma con falsas esperanzas. Vd. no ve otro camino que seguir sino uno demasiado humilde para aceptarlo. Cristo le presenta, aun a Vd., mi hermano errante, un mensaje de misericordia: “Venid, que ya está todo aparejado.” Lucas 14:17. Dios está dispuesto a aceptarle, y a perdonarle todas sus transgresiones, si tan sólo quiere venir. Vd. ha sido pródigo, se separó de Dios y se mantuvo mucho tiempo alejado de él; a pesar de eso, él le recibirá ahora. Sí; la Majestad del cielo le invita a acudir a él, para que reciba vida. Cristo está dispuesto a limpiarle del pecado cuando Vd. le acepte. ¿Qué ganancia ha encontrado en el servicio del pecado? ¿Qué le ha aprovechado seguir la carne y el diablo? ¿No es miserable el salario que recibió? ¡Oh, vuelva, vuelva! ¿por qué habría de morir? 1JT 251.1

Vd. ha sentido muchas convicciones y remordimientos de conciencia. Ha manifestado muchos propósitos y formulado incontables promesas; y sin embargo, se demora, y no quiere venir a Cristo a fin de recibir vida. ¡Ojalá que en su corazón se grabe la comprensión del tiempo en que vivimos para que vuelva y viva! ¿No puede Vd. oír la voz del fiel Pastor en este mensaje? ¿Cómo puede Vd. desobedecer? No juegue con Dios, no sea que lo abandone a sus tortuosos caminos. Para Vd. es asunto de vida o muerte. ¿Cuál escogerá? Es cosa terrible contender con Dios y resistir a sus súplicas. Puede sentir arder el amor de Dios en el altar de su corazón, como lo sintió una vez. Puede comulgar con Dios como en tiempos pasados. Si limpia su camino, puede volver a disfrutar las riquezas de su gracia, y su rostro expresará nuevamente su amor. 1JT 251.2

No se requiere de Vd. que se confiese ante aquellos que no conocen su pecado y sus errores. No es su deber publicar una confesión que haga triunfar a los incrédulos; debe confesarse ante quienes corresponde, ante los que no se aprovecharán de sus yerros. Confiésese de acuerdo con la Palabra de Dios, y permita que sus prójimos oren por Vd. y Dios aceptará su obra y le sanará. Por amor de su alma, escuche las súplicas que le instan a hacer una obra cabal para la eternidad. Ponga a un lado su orgullo, su vanidad y haga lo recto. Vuelva al redil. El Pastor le aguarda y le recibirá. Arrepiéntase, haga sus primeras obras, y vuelva a gozar del favor de Dios. 1JT 252.1