Joyas de los Testimonios 1

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La responsabilidad de los padres*

Vi que descansa sobre los padres una gran responsabilidad. Estos no deben ser manejados por sus hijos, sino que deben dirigirlos a ellos. Se me señaló el caso de Abrahán. El era fiel en su casa, gobernó a su familia después de él, y ello fué recordado por Dios. 1JT 28.1

Se me mencionó luego el caso de Elí. El no reprendía a sus hijos y éstos se pervirtieron y envilecieron y por su maldad extraviaron a Israel. Cuando Dios hizo conocer sus pecados a Samuel, y le comunicó la grave maldición que los iba a sobrecoger porque Elí no los había reprendido, dijo que sus pecados no podían ser limpiados por sacrificios u ofrendas. Cuando Samuel le transmitió lo que el Señor le había revelado, Elí se sometió, diciendo: “Jehová es; haga lo que bien le pareciere.” 1 Samuel 3:18. La maldición de Dios no tardó en sobrevenir. Aquellos malvados sacerdotes fueron muertos así como treinta mil hombres de Israel, y el arca de Dios fué tomada por el enemigo. Y cuando Elí oyó que el arca de Dios había sido tomada, cayó de espaldas y murió. Todo este mal resultó de la negligencia de Elí en cuanto a reprender a sus hijos. Vi que si Dios era tan escrupuloso que advertía tales cosas antiguamente, no las nota menos en estos último días. 1JT 28.2

Los padres deben gobernar a sus hijos, corregir sus acciones y subyugarlos, o Dios destruirá seguramente a sus hijos en el día de su gran ira; y los padres que no hayan dominado a sus hijos no quedarán sin culpa. De manera especial, deben los siervos de Dios gobernar sus propias familias y mantenerlas en buena sujeción. Vi que no están preparados para juzgar o decidir asuntos de la iglesia, a menos que puedan gobernar bien su propia casa. Primero deben poner orden en su casa, y luego su juicio e influencia pesarán en la iglesia. 1JT 28.3

Vi que las visiones no habían sido más frecuentes últimamente, porque no han sido apreciadas por la iglesia. La iglesia ha perdido casi completamente su espiritualidad y fe, y las reprensiones y amonestaciones han tenido muy poco efecto sobre ella. Muchos de los que profesaban tener fe en aquéllas no las escucharon. 1JT 29.1

Algunos siguieron una conducta poco juiciosa cuando hablaban de su fe a los incrédulos, y si se les exigía una prueba, leían una visión en vez de recurrir a la Biblia para encontrar la prueba requerida. Vi que esta conducta es inconsecuente, y crea en los incrédulos prejuicios contra la verdad. Las visiones no pueden tener peso para aquellos que nunca las han visto, y no conocen su espíritu. No se debe recurrir a ellas en tales casos. 1JT 29.2