Joyas de los Testimonios 1

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El engaño de las riquezas*

Querida Hna. M***: Cuando el Señor me mostró su caso, se me hizo recordar lo que pasó hace muchos años, cuando Vd. creía en la próxima venida de Cristo. Vd. esperaba y amaba su aparición. ... 1JT 244.1

La vi a Vd. luchar con la pobreza, para sostenerse a sí misma y a sus hijos. Muchas veces Vd. no sabía qué hacer, y el porvenir parecía obscuro e incierto. En su angustia, clamaba al Señor y él la consolaba y ayudaba, y en derredor suyo brillaban rayos de esperanza y luz. ¡Cuánto apreciaba a Dios en esas ocasiones! ¡Cuán dulce era su amor consolador! Le parecía que tenía un precioso tesoro depositado en el cielo. Y al considerar la recompensa de los afligidos hijos de Dios, ¡cuánto la consolaba poder llamarle Padre!... 1JT 244.2

Mi atención fué dirigida a sus deseos de poseer recursos. El sentimiento de su corazón era: “¡Oh, si tan sólo tuviese medios, no los despilfarraría! Daría un ejemplo a los avaros y mezquinos. Les mostraría la gran bendición que se recibe al hacer bien.” Su alma aborrecía la codicia. Al ver que quienes poseían abundantes riquezas cerraban su corazón al clamor de los menesterosos, Vd. decía: “Dios los visitará y los recompensará según sus obras.” Y cuando veía a los ricos enorgullecidos, que rodeaban su corazón de egoísmo, como con ligaduras de hierro, comprendía que ellos eran más pobres que Vd. misma, aun cuando pasaba necesidades y sufrimientos. Cuando veía que estos hombres, orgullosos de sus riquezas, obraban con altanería, porque el dinero tiene poder, se compadecía de ellos y nada la habría inducido a cambiar de lugar con ellos. Sin embargo, Vd. deseaba recursos a fin de usarlos de una manera que reprendiese a los codiciosos. 1JT 244.3

Dios dijo al ángel que la había atendido hasta entonces: “La he probado en la pobreza y la aflicción, y ella no se ha separado de mí ni se ha rebelado contra mí. Ahora la probaré con la prosperidad. Le revelaré un aspecto del corazón humano con el cual ella no está familiarizada. Le mostraré que el dinero es el enemigo más peligroso que haya encontrado. Le revelaré el engaño de las riquezas; le demostraré que son una trampa, aun para aquellos que se sienten seguros contra el egoísmo, contra la exaltación, la extravagancia, el orgullo y el amor de las alabanzas humanas.” 1JT 245.1