Joyas de los Testimonios 2

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Un llamamiento a los miembros laicos

Todos han de demostrar su fidelidad a Dios por el uso prudente del capital que les ha sido confiado, no sólo en recursos, sino en cualquier don que tienda a la edificación de su reino. Satanás empleará todo designio posible para impedir que la verdad llegue a aquellos que están sumidos en el error; pero la voz de la amonestación y la súplica debe llegarles. Y aunque son tan sólo pocos los que están empeñados en esta obra, millares debieran estar tan interesados como ellos. 2JT 163.1

Dios no quiso nunca que los miembros laicos de la iglesia se excusasen de trabajar en su causa. “Id también vosotros a mi viña” (Mateo 20:4), es la orden del Maestro a cada uno de los que le siguen. Mientras en el mundo haya almas que no se han convertido, deben hacerse los esfuerzos más activos, fervientes, celosos y resueltos para su salvación. Los que han recibido la luz deben tratar de iluminar a aquellos que no la poseen. Si los miembros de la iglesia no emprenden individualmente esta obra, demuestran que no tienen relación viva con Dios. Su nombre está registrado como el de siervos perezosos. ¿No podéis discernir la razón por la cual no hay más espiritualidad en nuestras iglesias? Es porque no colaboráis con Cristo. 2JT 163.2

Dios ha dado a cada hombre su trabajo. Espere cada uno en Dios, y él nos enseñará a trabajar, y nos mostrará qué obra somos más aptos para cumplir. Sin embargo, nadie debe empezar con un espíritu independiente, para promulgar nuevas teorías. Los obreros deben estar en armonía con la verdad y con sus hermanos. Debe haber consultas y cooperación. Pero no han de sentir que a cada paso deben aguardar para preguntar a algún oficial superior si pueden hacer esto o aquello. No miréis al hombre para ser guiados, sino al Dios de Israel. 2JT 164.1

La obra que la iglesia no ha hecho en tiempo de paz y prosperidad, tendrá que hacerla durante una terrible crisis, en las circunstancias más desalentadoras y prohibitivas. Las amonestaciones que la conformidad al mundo ha hecho callar o retener, deberán darse bajo la más fiera oposición de los enemigos de la fe. Y en ese tiempo la clase superficial y conservadora, cuya influencia impidió constantemente los progresos de la obra, renunciará a la fe y se colocará con sus enemigos declarados, hacia los cuales sus simpatías han estado tendiendo durante mucho tiempo. Esos apóstatas manifestarán entonces la más acerba enemistad y harán cuanto puedan para oprimir y vilipendiar a sus antiguos hermanos, y para excitar la indignación contra ellos. Ese día está por sobrecogernos. 2JT 164.2

Los miembros de la iglesia serán probados individualmente. Serán puestos en circunstancias donde se verán obligados a dar testimonio por la verdad. Muchos serán llamados a hablar ante concilios y tribunales, tal vez por separado y a solas. Descuidaron de obtener la experiencia que les habría ayudado en esta emergencia, y su alma queda recargada de remordimiento por las oportunidades desperdiciadas y los privilegios descuidados. 2JT 164.3

Hermano mío, hermana mía, meditad en estas cosas, os lo ruego. Cada uno de vosotros tiene una obra que hacer. Vuestra infidelidad y negligencia son anotadas contra vosotros en el libro mayor del cielo. Habéis cercenado vuestras facultades, y disminuido vuestra capacidad. Carecéis de la experiencia y eficiencia que podríais tener. Pero antes de que sea demasiado tarde, os ruego que despertéis. No demoréis más. El día está casi terminado. El sol poniente se está por esconder para siempre de vuestra vista. Mientras la sangre de Cristo intercede, podéis hallar perdón. Recurrid a todas las energías del alma, dedicad a trabajar fervientemente para Dios y para vuestros semejantes las pocas horas que quedan. 2JT 164.4

Mi corazón está conmovido hasta lo sumo. Las palabras son inadecuadas para expresar mis sentimientos mientras intercedo por las almas que perecen. ¿Deberé interceder en vano? Como embajadora de Cristo, quisiera incitaros a trabajar como nunca habéis trabajado. Vuestro deber no puede ser transferido a otro. Nadie sino vosotros mismos puede realizar vuestra obra. Si retenéis vuestra luz, alguien quedará en tinieblas por vuestra negligencia. 2JT 165.1

La eternidad se extiende delante de nosotros. El telón está por alzarse. Los que ocupamos esta posición de solemne responsabilidad, ¿qué estamos haciendo, qué estamos pensando, que nos aferramos a nuestro egoísta amor a la comodidad, mientras las almas están pereciendo en derredor nuestro? ¿Se han encallecido completamente nuestro corazones? ¿No podemos sentir o comprender que debemos hacer una obra en favor de la salvación de los demás? Hermanos, ¿sois de la clase que teniendo ojos no ve, y teniendo oídos no oye? ¿Os ha dado Dios en vano el conocimiento de su voluntad? ¿Os ha mandado en vano amonestación tras amonestación? ¿Creéis las declaraciones de la verdad eterna concernientes a lo que está por sobrevenir a la tierra? ¿Creéis que los juicios de Dios están pendientes sobre la gente, y podéis, sin embargo, permanecer tranquilos, indolentes, negligentes, amando los placeres? 2JT 165.2

No es ahora tiempo para que el pueblo de Dios fije sus afectos o se haga tesoros en el mundo. No está lejano el tiempo en que, como los primeros discípulos, seremos obligados a buscar refugio en lugares desolados y solitarios. Así como el sitio de Jerusalén por los ejércitos romanos fué la señal para que huyesen los cristianos de Judea, así la asunción de poder por parte de nuestra nación [los Estados Unidos], con el decreto que imponga el día de descanso papal, será para nosotros una amonestación. Entonces será tiempo de abandonar las grandes ciudades, y prepararnos para abandonar las menores en busca de hogares retraídos en lugares apartados entre las montañas. 2JT 165.3