Joyas de los Testimonios 2

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A la puerta de cada uno

La luz de la verdad está derramando sus brillantes rayos sobre el mundo por medio del esfuerzo misionero. La prensa es un instrumento por medio del cual son alcanzados muchos que sería imposible alcanzar por el esfuerzo ministerial. Una gran obra podría ser hecha presentando a la gente la Biblia tal como es. Llevad la Palabra de Dios a la puerta de todo hombre; presentad sus claras declaraciones con instancia a la conciencia de cada uno y repetid a todos la orden del Salvador: “Escudriñad las Escrituras.” Amonestadles a tomar la Biblia* tal cual es y a implorar la iluminación divina, y luego, cuando resplandezca la luz, a aceptar gozosamente cada precioso rayo y a afrontar intrépidamente las consecuencias. 2JT 129.2

La pisoteada ley de Dios ha de ser ensalzada delante de la gente. Tan pronto como ésta se vuelva con fervor y reverencia a las Santas Escrituras, la luz del cielo le revelará cosas admirables en cuanto a la ley de Dios. Grandes verdades, durante largo tiempo obscurecidas por la superstición y la falsa doctrina, resplandecerán de las páginas de la sagrada Palabra. Los oráculos vivientes derraman sus tesoros viejos y nuevos, infundiendo luz y gozo a todos los que quieran recibirlos. Muchos son despertados de su letargo. Se levantan como si fuese de entre los muertos, y reciben la luz y la vida que Cristo solo puede dar. Las verdades que resultaban demasiado profundas para intelectos gigantescos son comprendidas por niños en Cristo. A ellos les es revelado claramente lo que había quedado oculto a la percepción espiritual de los más sabios expositores de la Palabra, porque, como los antiguos saduceos, ignoraban las Escrituras y el poder de Dios. 2JT 130.1

Los que estudian la Biblia con el sincero deseo de conocer y hacer la voluntad de Dios, llegarán a ser sabios para la salvación. La escuela sabática es un ramo importante de la obra misionera, no sólo porque imparte a jóvenes y ancianos el conocimiento de la Palabra de Dios, sino porque despierta en ellos el amor a sus verdades sagradas y el deseo de estudiarlas por sí mismos; sobre todo, les enseña a regir sus vidas por sus santas enseñanzas. 2JT 130.2

Todos los que toman la Palabra de Dios como regla de vida son puestos en estrecha relación unos con otros. La Biblia es su vínculo de unión. Pero su compañerismo no será buscado ni deseado por aquellos que no se inclinan ante la sagrada Palabra como ante la guía infalible. Divergirán, tanto en fe como en práctica. No puede haber armonía entre ellos; son irreconciliables. Como adventistas del séptimo día, colocamos por encima de las costumbres y tradiciones el sencillo: “Así dice Jehová;” y por esta razón no estamos ni podemos estar en armonía con las multitudes que enseñan y siguen las doctrinas y los mandamientos de los hombres. 2JT 130.3

Todos los que sean nacidos de Dios serán colaboradores con Cristo. Los tales son la sal de la tierra. “Y si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada?” Si la religión que profesamos no renueva nuestro corazón ni santifica nuestra vida, ¿cómo ejercerá un poder salvador sobre los incrédulos? “No vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada de los hombres.” Mateo 5:13. La religión que no ejerza un poder regenerador sobre el mundo, no tiene valor. No podemos confiar en ella para nuestra salvación. Cuanto más pronto la desechemos, tanto mejor; porque es impotente y espuria. 2JT 131.1

Hemos de servir bajo nuestro gran caudillo, arrostrar toda influencia contraria, trabajar juntamente con Dios. La obra que nos ha sido asignada consiste en sembrar la semilla del Evangelio junto a todas las aguas. En esta obra, cada uno puede desempeñar una parte. La múltiple gracia de Cristo impartida a nosotros nos constituye en mayordomos de talentos que debemos acrecentar dándolos a los banqueros, a fin de que cuando el Maestro los pida, pueda recibir lo suyo con creces. 2JT 131.2

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Dios os ordena que con una mano, la fe, trabéis de su brazo poderoso, y con la otra, el amor, tratéis de alcanzar las almas que perecen. Cristo es el camino, la verdad y la vida. Seguidle. No andéis según la carne, sino según el Espíritu. Andad como él anduvo. Esta es la voluntad de Dios, a saber, vuestra santificación. La obra que tenéis que cumplir consiste en hacer la voluntad de Aquel que sostiene vuestra vida para su gloria. Si trabajáis para vosotros mismos, de nada podrá aprovecharos. Si trabajáis para el bien de los demás, cuidáis menos de vosotros mismos, lo dedicáis todo con más fervor a Dios, ello le agradará, y os lo retribuirá por su gracia abundante.* 2JT 131.3