Joyas de los Testimonios 2

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Cristo nuestra justicia**

“SI confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda maldad.” 1 Juan 1:9. 2JT 91.1

Dios requiere que confesemos nuestros pecados, y humillemos nuestro corazón delante de él; pero al mismo tiempo debemos tener confianza en él, como en un Padre tierno, que no abandonará a aquellos que ponen su confianza en él. Muchos de nosotros andan por la vista y no por la fe. Creemos las cosas que se ven, pero no apreciamos las preciosas promesas que nos son dadas en la Palabra de Dios; y sin embargo, no podemos deshonrar a Dios más decididamente que al demostrar que desconfiamos de lo que dice, y que nos preguntamos si el Señor está de veras con nosotros o nos está engañando. 2JT 91.2

Dios no renuncia a nosotros por causa de nuestros pecados. Tal vez cometamos errores, y agraviemos su Espíritu; pero cuando nos arrepentimos y acudimos a él con corazón contrito, no nos desecha. Hay obstáculos que eliminar. Se han albergado malos sentimientos, y ha habido orgullo, suficiencia propia, impaciencia y murmuraciones. Todas estas cosas nos separan de Dios. 2JT 91.3

Deben confesarse los pecados, debe la gracia realizar una obra más profunda en el corazón. Los que se sienten débiles y desalentados pueden llegar a ser fuertes hombres de Dios, y hacer una obra noble para el Maestro. Pero deben obrar desde un punto de vista elevado; no deben sentir la influencia de motivos egoístas. 2JT 91.4

Debemos aprender en la escuela de Cristo. Nada sino su justicia puede darnos derecho a una sola de las bendiciones del pacto de gracia. Durante mucho tiempo hemos deseado y procurado obtener estas bendiciones, pero no las hemos recibido porque albergábamos la idea de que podíamos hacer algo para hacernos dignos de ellas. No hemos desviado la mirada de nosotros mismos, creyendo que Jesús es un Salvador vivo. No debemos pensar que nuestra propia gracia y méritos nos salvarán; la gracia de Cristo es nuestra única esperanza de salvación. Por el profeta promete el Señor: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.” Isaías 55:7. Debemos creer en la promesa escueta, y no aceptar el sentimiento en lugar de la fe. Cuando confiemos plenamente en Dios, cuando confiemos en los méritos de Jesús como Salvador que perdona el pecado, recibiremos toda la ayuda que podamos desear. 2JT 92.1